Page 60 - Murray, Gilbert. - Grecia Clásica y Mundo Moderno [1962]
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6 4           GRECIA  CLÁSICA  Y  MUNDO  MODERNO


     cuando  se  muestran  a  la  luz.  Dionisio3  elogia  a  Herodoto,  pero  acusa
     a  Tucídides  de  “ malignidad”  (φθόνος)  por  haber  escogido  por  tema
     de  su  obra  una  guerra  que  terminó  con  la  derrota  de  su  país  y  no
     haber  dedicado  su  elocuencia  a  ocultar  los  defectos  y  enaltecer  la
     obra  de  Atenas.  Al  menos  podía  haber  comenzado  su  relato  con  la
     liberación  de  Jonia  y  haberlo  terminado  con  el  retomo  de  los  deste­
     rrados  de  File  y  la  amnistía.  Recuérdense  los  primeros  capítulos  de
     Tito  Livio,  en  los  que  ingenuamente  afirma  que,  si  alguna  nación
     tiene  derecho  a  adornar  con  fábulas  su  propia  historia,  sin  duda  es
     al  pueblo  romano  al  que  corresponde  tal  privilegio  (!).  Tan  imposible
     es  imaginar  a  Herodoto  o  Tucídides  diciendo  una  cosa  semejante
     como  suponer  que  Madame  Curie  propusiera  que  se  hicieran  falsas
     afirmaciones  acerca  de  las  propiedades  del  radio  fundándose  en  que
     si  algún  metal  merece  que  se  exageren  sus  méritos,  no  cabe  duda
     de  que  la  prioridad  corresponde  al  radio.  Cierto  es  que  Herodoto
     comete  errores:  sigue,  por  ejemplo,  un  método  equivocado  para
     calcular  los  efectivos  del  ejército  persa.  En  ocasiones  también  se  deja
     influir  lo  bastante  por  la  fascinación  de  su  propio  relato  y  por  las
     creencias  normales  de  su  tiempo  para  aceptar  interpretaciones  provi­
     denciales  y  sobrenaturales  que  otras  veces  evita  cuidadosamente.  Pero
     su  interés  primordial  es  averiguar  lo  que  realmente  ocurrió  y  después
     referirlo.  Tiene,  por  ejemplo,  dos  pasajes  que  todavía  hoy  difícil­
     mente  puedo  leer  sin  sentir  que  los  ojos  se  me  humedecen :  la  narra­
     ción  acerca  de  los  oráculos  que  dio  Delfos  a  varias  ciudades,  y  sobre
     todo  a  Atenas  inmediatamente  antes  de  empezar  la  invasión,  y  el
     relato  propiamente  dicho  de  la  lucha  en  las  Termopilas.  Sin  embargo,
     si  se  trata  de  analizar  la  narración,  se  verá  que  su  inmenso  efecto  no
     se  logra  nunca  con  la  retórica  ni  con  la  exageración,  sino  siempre  y
     en  todo  con  el  detalle  exacto  y  la  sobriedad  no  quebrantada  jamás.
     Es  un  rasgo  característico  del  espíritu  griego.
        En  tercer  lugar,  en  los  historiadores  griegos,  como  en  toda  la
     literatura  griega,  se  acusa  un  sentido  dramático  de  una  fuerza  asom­
     brosa.  No  quiero  decir  un  instinto  de  lo  que  nosotros  llamamos  efecto
     teatral ;  eso  brilla  por  su  ausencia.  Me  refiero  a  la  capacidad  de
     hacerse  cargo  de  las  dos  partes  de  un  litigio  y  de  compenetrarse  con
     los  contrincantes  de  uno  y   otro  bando.  Por  causas  de  orden  histórico,


        3  Carta  a  Pompeyo,  III.
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