Page 66 - Murray, Gilbert. - Grecia Clásica y Mundo Moderno [1962]
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ficación que hemos de señalar. Algunos de ellos relatan la historia
directamente. Son los historiadores propiamente dichos : Herodoto,
Tucídides, Jenofonte, Polibio, Salustio, Tito Livio y Tácito. Éstos se
proponen deliberadamente relatar y explicar la historia que ellos han
vivido o que han oído referir a testigos presenciales o, a veces,
— como ocurre con Tito Livio— que han leído en obras más viejas
o que saben por tradición. Otros, en cambio, no nos hablan directa-
mente. Y entonces sólo nos cabe el privilegio, el raro privilegio, de
oir lo que decían a sus amigos íntimos o al público contemporáneo
suyo. Hemos de interpretar sus palabras, juzgar cuándo bromean o
exageran o quizá a veces incluso cuándo están prevaricando, y luego
formarnos nuestra opinión sobre la verdadera historia. En este grupo
figuran principalmente Aristófanes y los demás comediógrafos, los
oradores griegos y Cicerón. Merced a su maravilloso epistolario pri
vado, Cicerón es el primer hombre de la antigüedad al que cono
cemos íntimamente, con la misma riqueza de detalle que a un autor
moderno que gusta de revelar su personalidad. A mi entender, cono
cemos a Cicerón tan bien como a San Agustín, a Rousseau o a
Horace Walpole, y los temas de que trata no son menos interesantes.
A estas autoridades hay que tomarlas de un modo distinto que
a los historiadores propiamente dichos. Hay que observar sus estados
de ánimo y sus motivos. A veces hemos de descubrir cosas que tratan
de ocultar y hacer conjeturas sobre lo que les ha provocado un deter
minado estado de ánimo. No hemos de tratarlos del todo como si fue
ran historiadores, sino como testimonios. Por ejemplo, cuando Aristófa
nes ataca a Cleón en los Caballeros, podemos observar que siempre de
fiende indirectamente la causa de los aliados sojuzgados, las ciudades
jónicas, víctimas de la explotación y el terrorismo de los secuaces de
Cleón, pero que hasta el último verso de la comedia nunca las men
ciona por su nombre8. Es, pues, un testimonio que hay que inter
pretar, no una narración histórica.
Claro está que incluso el historiador más eminente y más explí
cito es testimonio a la vez que narrador. Pero el método que consiste
en examinar críticamente y aunar datos y testimonios averiguando
así más de lo que se proponían decimos las autoridades de que nos
valemos y, a veces, más de lo que ellas mismas sabían es un método
8 fv’ ί'δωσιν αυτόν οίς εΧωβαθ’, o't ξένοι.