Page 71 - Murray, Gilbert. - Grecia Clásica y Mundo Moderno [1962]
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PROLEGÓMENOS A LA FILOSOFÍA ANTIGUA 75
mente que todo lo que en Platon es cierto habrá pasado ya a ser
patrimonio común, que filósofos posteriores habrán aprovechado y
ampliado.
A esto podríamos responder de dos maneras. En primer lugar, en
su mayor parte, las principales cuestiones de la filosofía no se plantean
para ser resueltas, sino para ser entendidas. La ciencia es cosa distinta.
La ciencia puede plantear una determinada cuestión y contestarla :
puede investigar la composición química de la sangre y dar una
fórmula precisa y exacta ; puede preguntar cómo expresar la velocidad
constantemente acelerada de un objeto que cae y hallar una respuesta
matemática en el cálculo. Pero no existe respuesta tan completa a las
preguntas “ por qué han nacido los hombres” , “ cómo conocemos las
cosas” o “ qué diferencia hay entre lo justo y lo injusto” , del mismo
modo que no hay respuesta precisa a la pregunta: “ ¿Cuál es el valor
de la Ode to the Nightingale o de la tragedia de Hamlet?” Cabe
proyectar cada vez más luz sobre tales cuestiones: cabe penetrar cada
vez más profundamente en ellas: y claro está que — punto que re*
calcó Kant— se pueden rechazar tajantemente varias respuestas falsas
y funestas. Sin embargo, la verdadera esperanza consiste en com-·
prender más y no en zanjar la cuestión. Por consiguiente, de poco
sirve limitarse a consultar el manual más reciente y copiar las respües>
tas que en él se den. El único método es pasar por el proceso de
volver a pensar las cuestiones, cada vez más ceñidamente, con la
ayuda de las mentes más ilustres que antes pensaron sobre ellas.
La segunda respuesta es bastante distinta. Es ésta la de que, a fin
de ver claramente los problemas, debemos intentar salir, hasta donde
nos sea posible, de la atmósfera viciada de la tradición y los conven-·
cionalismos en que vive asfixiado y aprisionado todo nuestro pensa
miento, como el de casi todas las sociedades humanas que nos son
conocidas. Una de las grandes enseñanzas que la antropología nos ha
procurado es la de la abrumadora influencia que sobre la humanidad
ejercen la tradición y las costumbres tribuales, los tabúes y supers
ticiones heredados. Esa costra es prácticamente irrompible, si no es
por el choque de la invasión o la penetración por otra sociedad. En
Europa, los grandes movimientos mundiales registrados en el siglo x ix
contribuyeron a liberar en gran medida la mente del hombre, pero
ahora estamos viviendo la reacción. Subrepticiamente vuelven a cobi
jarse en sus caparazones, o por lo menos en alguna caparazón : en