Page 75 - Murray, Gilbert. - Grecia Clásica y Mundo Moderno [1962]
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PROLEGÓMENOS  A  LA  FILOSOFÍA  ANTIGUA
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      ¿Cuál  es  su  αρχή  o  su  sustancia  original?  ¿De  qué  está  constituido?”
      Entre  los  primeros  sabios  jonios  parece  que  el  deseo  predominante
     fue  el  de  encontrar  alguna  simplificación  o  unificación  de  este  todo
     confuso  que  todos  sabemos  que  es  un  cosmos  u  orden.  Tales,  hasta
      donde  nos  es  dado  entender  los  escasos  fragmentos  de  su  obra,  dijo
      que  el  secreto  era  el  agua.  Sin  agua  no  había  vida.  Tales  veía  que
     de  la  tierra  muerta  brotaba  vida  bajo  la  lluvia;  veía  que  en  el  fango
      del  río  germinaban  organismos.  El  agua  era  el  secreto  de  la  vida,  y
      además,  el  agua  cambiaba  ‘‘hacia  arriba”  y  “ hacia  abajo” ,  convir­
      tiéndose  de  un  modo  en  vapor  y  de  otro  en  materia  sólida.  Toda  la
     materia  era  en  realidad  agua.  Su  discípulo  Anaximenes  adoptó  el
     mismo  punto  de  vista,  pero  prefirió  llamar  a  esta  sustancia  uniforme
      por  su  término  más  alto  o  más  raro:  vapor,  ’Αήρ;  vapor  que  se
      condensaba  en  agua,  se  espesaba  en  fango  y  seguía  solidificándose
     para  trasformarse  en  tierra,  en  roca,  en  hierro.  Todas  las  diferencias
     que  las  cosas  presentan  se  debían  a  cambios  en  el  grado  de  conden­
     sación.  Anaximandro,  un  discípulo  algo  más  viejo,  aceptando  la  mis­
     ma  concepción  fundamental,  se  refería  a  la  materia  original  llamándola
     lo  indefinido  o  indeterminado  (τό  άπειρον).  Los  tres  jonios  sustentaban
      en  realidad  la  misma  doctrina,  pero  era  bastante  difícil  creer  en  esta
     completa  unidad  de  la  materia,  y  otros  sabios,  sobre  todo  Demócrito
     — una  de  las  figuras  más  grandes  de  la  filosofía  en  sus  primeros  tiem­
     pos—   inició  una  explicación  mejor  con  una  teoría  que  ha  tenido  una
     historia  extraordinariamente  ilustre  en  el  progreso  de  la  ciencia.  Según
     él,  la  materia  podía  descomponerse  por  división  o  τομή  en  trozos  cada
     vez  más  pequeños  hasta  que  por  último  se  llegaba  a  algo  yΑτομον,
     individuum,  “ indivisible” .  Estos  elementos  indivisibles  eran,  al  pare­
     cer,  de  distintas  formas  o  propiedades,  y  se  combinaban  de  modos
     infinitamente  distintos.  A  esto  y  no  a  las  simples  diferencias  de  con­
     densación  se  debía  la  infinita  variedad  de  las  cosas.  Nunca  podríamos
     conocer  los  άτομα,  pero  ellos  eran  la  única  realidad,  ellos  y  el  vacío
     entre  ellos.  Todo  lo  demás  es  cosa  de  nuestros  sentidos  o  de  nuestra
     fantasía.
        Pero  aquí  topamos  con  una  contradicción  bastante  curiosa.  Los
     filósofos  jonios  dieron  a  las  generaciones  posteriores  la  impresión  de
     ser  lo  que  hoy  llamamos  “ hombres  de  ciencia” ,  despreocupados  de  la
      religión.  Tales  descubrió  que  la  luz  de  la  Luna  sólo  es  reflejo  del
     Sol;  por  una  especie  de  trigonometría  elaboró  un  método  para  medir
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