Page 77 - Murray, Gilbert. - Grecia Clásica y Mundo Moderno [1962]
P. 77

PROLEGÓMENOS  A  LA  FILOSOFÍA  ANTIGUA
                                                               8 ι

      ni  lo  que  nosotros  lo  llamamos.  La  línea  que  llamamos  recta  nunca  es
      recta;  la  mesa  que  llamamos  cuadrada  nunca  lo  es;  el  hombre  que
      llamamos  sabio  comete  errores  estúpidos.  N o  obstante,  siempre  hay
      una  cosa  o  un  mundo  de  cosas  que  permanece  inmutable,  que  es
      conocido  con  certeza  y  que  es  siempre  absolutamente  exacto ;  esto
      es,  el  número  o  la  aritmética.  Dos  y  dos  son  siempre  cuatro,  el  cua­
      drado  de  la  hipotenusa  de  un  triángulo  rectángulo  es  y  será  siempre
      igual  a  los  cuadrados  de  los  catetos,  aunque  todo  el  mundo  material
      se  disolviera  en  el  caos.  De  aquí  arranca  la  gran  escuela  de  Pitágoras
      y  más  adelante  una  gran  parte  del  platonismo.  ¿Por  qué  este  mundo
      de  certidumbre,  de  verdadero  conocimiento  por  contraposición  a  la
      simple  aproximación  y  conjetura,  no  puede  extenderse  más  allá  del
      campo  de  la  aritmética?  Conocemos  exactamente  el  sentido  de  dos
      más  dos  o  del  cuadrado  de  la  hipotenusa.  Supóngase  que  conociéra­
      mos  con  igual  exactitud  el  significado  de  la  justicia,  de  la  virtud,  de
      la  belleza,  το  δίκαιον,  αρετή,  το  καλόν,  ¿No  podríamos  adquirir  igual
      certidumbre  acerca  de  todos  los  problemas  de  nuestra  vida  moral?
      Después  de  todo,  son  cosas  reales,  no  palabras.  Existen,  aunque  no
      podamos  verlas  con  los  ojos  corporales.  Definámoslas,  pues,  y  cercio­
       rémonos  de  ellas,  adquiriendo  así  el  conocimiento  que  resuelve  el
      acertijo,
         “Eso  es  soñar  y  nada  más” ,  decía  Heráclito.  Y   además,  en  fin  de
       cuentas,  ¿por  qué  hemos  de  buscar  esa  realidad  inmutable?  ¿Por
       qué  no  enfrentamos  con  el  hecho  patente  de  que  no  hay  tal  cosa?
       Todas  las  cosas  están  cambiando  sin  cesar,  dice  Heráclito.  Ésa  es  la
       verdad  esencial.  Ese  eterno  fluir  es  la  realidad.  Πάντα  χωρεΐ  καί  οΰδέν
       μένει,  πάντα  ρεΐ7.  No  es  posible  bañarse  dos  veces  en  el  mismo  río...,
       “ni  siquiera  una” ,  agregó  un  discípulo,  porque  mientras  uno  se  baña
       deja  de  ser  el  mismo  río.  Todo  es  γένεσις,  no  οΰσία,  todo  deviene,
       nada  es. Πόλεμός πάντων  πατήρ,  esto  es,  todas  las  cosas  nacen  d e  un
       choque  de  contrarios...  Heráclito  es  el  más  apasionante  de  los  filósofos
       antiguos,  y  las  más  de  las  veces  da  la  impresión  de  un  genio  encum­
       brado  e  intolerante.  Sus  magníficas  paradojas  le  granjearon  el  favor
       de  los  estoicos,  que  le  atribuyeron  una  buena  parte  de  su  propio  sis­
       tema  haciendo  a  menudo  difícil  determinar  su  verdadera  doctrina.



         7  "Todas  las  cosas  se  mueven  y  nada  está  fijo :  todo  fluye.”
   72   73   74   75   76   77   78   79   80   81   82