Page 83 - Murray, Gilbert. - Grecia Clásica y Mundo Moderno [1962]
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PROLEGOMENOS  A  LA  FILOSOFÍA  ANTIGUA      87


      de  Platón,  pero  ninguno  de  sus  escritos  inéditos,  a  menos  que  conte­
      mos  entre  ellos  sus  trece  cartas !  de  Aristóteles,  en  cambio,  ha  con­
      servado  cantidad  de  notas  inéditas  para  lecciones  y  ni una  sola  obra
      acabada  y  publicada,  a  menos que  consideremos  como tal  la  Politeia
      Athenaión,  que  ocupa  una  posición  ambigua.  Cicerón,  que  conocía  los
      Diálogos  de  Aristóteles,  habla  con  admiración  de  su  fluido  estilo,
      pero,  tal  como  la  obra  de  los  dos  escritores  ha  llegado  hasta  nosotros,
     sus  respectivos  estilos  presentan  el  más  abierto  contraste !  filosofía
      escrita  en  el  más  exquisito  lenguaje,  de  modo  que  hechiza  y  a  veces
      desconcierta  como  un  poema,  y   filosofía  escrita  en  apuntes,  que  son
      más  bien  como  telegramas,  los  cuales  contienen  unas  veces  la  osa­
      menta  desnuda  del  pensamiento,  otras  epigramas  y  frases  brillantes
      y  otras,  al  parecer,  meras  confusiones  y  repeticiones.  Presenta  interés
      extraordinario  estudiar  los  dos  métodos  al  mismo  tiempo.
         Si  tratamos  de  calar  en  el  estilo  hasta  llegar  al  pensamiento  de
     estos  dos  filósofos  se  pondrán  de  manifiesto  otros  grandes  contrastes
      entre  ellos.  En  primer lugar,   como  hemos  observado antes,  Platón,
      estando  muy  influido por  la   escuela  pitagórica,  no sólo  ponía  la
     matemática  en  el  centro  del  conocimiento,  sino  que  acusaba  también
     algo  de  aquella  inclinación  hacia  el  misticismo  primitivo  que  se  en­
      contraba  en  Pitágoras  y  que  se  reforzó  aún  más  por  el  profundo
      resentimiento  de  Platón  contra  la  democracia  ateniense.  Frente  al
     Demos  estaba  dispuesto  a  erigirse  en  campeón  de  la  Urdummheit  de
     la  que  aquél  había  escapado  tan  orgullosamente,  a  idealizar  lo  espar­
      tano  por  ser  Esparta  la  antítesis  de  Atenas,  y  a  hacer  el  elogio  de  la
      vida  retirada  de  contemplación,  porque  en  ella  se  escapaba  de  las
      tormentas  y   la  polvareda  de  la  vida  pública.  Y,  no  obstante,  es  siem­
      pre  un  hijo  de  la  Atenas  del  siglo  V,  para  el  cual  la  actuación  política
     y  el  servicio  público  constituyen  el  verdadero  aliento  vital,  y  lo  mis­
     mo  en  sus  escritos  que  en  su  vida  práctica  lucha  siempre  denodada­
     mente  por  la  polis  ideal.
        Aristóteles  vivió  un  poco  después,  cuando  la  separación  entre  los
      filósofos  y  la  vida  pública  era  ya  un  hecho  aceptado.  Vivió  en  su
      escuela  sin  sentimiento  de  pesadumbre.  Había  hecho  algunas  incur­
     siones  en  política  con  su  amigo  Hermías  el  dinasta  de  Atameo,  pero
      principalmente  ve  la  ciudad  desde  fuera,  si  bien  aceptándola  y  admi­
      rándola  con  sencillez.  Había  vivido  mucho  en  la  corte  de  Macedonia
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