Page 84 - Murray, Gilbert. - Grecia Clásica y Mundo Moderno [1962]
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     y  da  muestras  de  reconocer  en  qué  medida  tan  inmensa  era  más
     civilizada  una  ciudad  griega  que  una  monarquía  tribual  semibárbara.
        Sus  respectivas  actitudes  ante  la  polis  son  semejantes  a  las  que
     mantienen  frente  a  la  poesía.  Platón  fue  siempre  un  πολίτικός άνήρ,
     irritado  con  la  polis  porque  ésta  no  le  dejaba  meter  baza  en  sus
     asuntos.  La  amaba  y  al  propio  tiempo  la  odiaba.  Aristóteles  se  en­
     contraba  a  gusto  fuera  de  la  polis,  la  analizaba  y  la  consideraba  una
     hermosa  institución.  Análogamente,  Platón  tenía  demasiado  de  poeta ;
     la  poesía  lo  embriagaba  y  le  hacía  desviarse  de  la  verdad,  por  lo  cual
     se  revolvió  contra  ella  y  trató  de  destrozarla  por  impostora  y  por
     fuente  de  mal...  y  siguió  cultivándola.  Aristóteles  tenía  una  aprecia­
      ción  racional  de  la  poesía  y  él  mismo  era  capaz  de  escribir  buena
     poesía,  pero  no  le  intoxicaba  peligrosamente  ni  le  hacía  descarriarse;
     al  contrario,  sobre  ella  compuso  un  manual  científico  muy  logrado.
        Por  otra  parte,  como  ya  hemos  dicho,  Platón  era  matemático;
     Aristóteles  era  biólogo.  Matemáticos  como  el  Prof.  Whitehead  nos
     dicen  — cosa  que  la  mayoría  de  nosotros  no  hubiéramos  sospechado—
      que  Platón  era  realmente  un  gran  pensador  matemático,  y  no  cabe
     duda  de  que  la  matemática  influyó  profundamente  en  su  pensamiento
      filosófico.  Tenía  el  hondo  convencimiento  de  que,  por  muy  toscos  e
      imprecisos  que  sean  los  objetos  materiales  de  que  uno  se  ocupe,  las
      verdades  eternas  de  la  aritmética  permanecen  inmutables,  formando
      un  gran  Cosmos  trascendente,  una  realidad  permanente  de  la  cual
      el  mundo  material  es  imagen  transitoria;  y  un  gran  elemento  de  la
      filosofía  de  Platón,  quizá  el  más  grande,  lo  constituye  el  esfuerzo  por
      encontrar  algún  sistema  de  verdades  que  se  aplique  a  la  totalidad
      de  la  experiencia  como  las  reglas  de  la  aritmética  se  aplican  a  las
      cuestiones  de  los  números.
         Aristóteles  se  formó  con  Platón.  Pasó  veinte  años  en  la  Academia
      y  cursó  matemáticas  a  su  debido  tiempo,  pero  su  labor  principal  es­
      tribó  al  parecer  en  la  observación,  acopio  y  clasificación  de  hechos
      científicos.  El  campo  que  abarca  es  inmenso;  su  concepción  del  reino
      del  saber  carece  de  parangón  en  amplitud.  No  sólo  coleccionó  plantas,
      animales  y  objetos  concretos,  sino  también  constituciones  políticas,
      formas  de  raciocinio,  estilos  poéticos,  noticias  de  obras  dramáticas,
      que  luego  analizó  y  clasificó.  Vio  que  la  historia  no  debe  ser  sola­
      mente  la  historia  de  los  Estados  y  de  las  guerras;  inventó  la  historia
      de  la  literatura,  de  la  filosofía  y  de  la  cultura.  Fue  el  primero  y  más
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