Page 105 - Orgullo y prejuicio
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muy honrados si un día iba a su casa a almorzar con ellos en familia, sin la
etiqueta de una invitación formal. Bingley se lo agradeció encantado y se
comprometió en el acto a aprovechar la primera oportunidad que se le
presentase para visitarles, a su regreso de Londres, adonde tenía que ir al
día siguiente, aunque no tardaría en estar de vuelta.
La señora Bennet no cabía en sí de gusto y salió de la casa convencida
de que contando el tiempo necesario para los preparativos de la celebración,
compra de nuevos coches y trajes de boda, iba a ver a su hija instalada en
Netherfield dentro de tres o cuatro meses. Con la misma certeza y con
considerable, aunque no igual agrado, esperaba tener pronto otra hija casada
con Collins. Elizabeth era a la que menos quería de todas sus hijas, y si bien
el pretendiente y la boda eran más que suficientes para ella, quedaban
eclipsados por Bingley y por Netherfield.