Page 124 - Orgullo y prejuicio
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felicidad, siempre sería el más grato recurso contra la necesidad. Este
recurso era lo que acababa de conseguir, ya que a los veintisiete años de
edad, sin haber sido nunca bonita, era una verdadera suerte para ella. Lo
menos agradable de todo era la sorpresa que se llevaría Elizabeth Bennet,
cuya amistad valoraba más que la de cualquier otra persona. Elizabeth se
quedaría boquiabierta y probablemente no lo aprobaría; y, aunque la
decisión ya estaba tomada, la desaprobación de Elizabeth le iba a doler
mucho. Resolvió comunicárselo ella misma, por lo que recomendó a
Collins, cuando regresó a Longbourn a comer, que no dijese nada de lo
sucedido. Naturalmente, él le prometió como era debido que guardaría el
secreto; pero su trabajo le costó, porque la curiosidad que había despertado
su larga ausencia estalló a su regreso en preguntas tan directas que se
necesitaba mucha destreza para evadirlas; por otra parte, representaba para
Collins una verdadera abnegación, pues estaba impaciente por pregonar a
los cuatro vientos su éxito amoroso.
Al día siguiente tenía que marcharse, pero como había de ponerse de
camino demasiado temprano para poder ver a algún miembro de la familia,
la ceremonia de la despedida tuvo lugar en el momento en que las señoras
fueron a acostarse. La señora Bennet, con gran cortesía y cordialidad, le
dijo que se alegraría mucho de verle en Longbourn de nuevo cuando sus
demás compromisos le permitieran visitarles.
––Mi querida señora ––repuso Collins––, agradezco particularmente
esta invitación porque deseaba mucho recibirla; tenga la seguridad de que la
aprovecharé lo antes posible.
Todos se quedaron asombrados, y el señor Bennet, que de ningún modo
deseaba tan rápido regreso, se apresuró a decir:
––Pero, ¿no hay peligro de que lady Catherine lo desapruebe esta vez?
Vale más que sea negligente con sus parientes que corra el riesgo de ofender
a su patrona.
––Querido señor ––respondió Collins––, le quedo muy reconocido por
esta amistosa advertencia, y puede usted contar con que no daré un solo
paso que no esté autorizado por Su Señoría.