Page 125 - Orgullo y prejuicio
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––Todas las precauciones son pocas. Arriésguese a cualquier cosa
menos a incomodarla, y si cree usted que pueden dar lugar a ello sus visitas
a nuestra casa, cosa que considero más que posible, quédese tranquilamente
en la suya y consuélese pensando que nosotros no nos ofenderemos.
––Créame, mi querido señor, mi gratitud aumenta con sus afectuosos
consejos, por lo que le prevengo que en breve recibirá una carta de
agradecimiento por lo mismo y por todas las otras pruebas de consideración
que usted me ha dado durante mi permanencia en Hertfordshire. En cuanto
a mis hermosas primas, aunque mi ausencia no ha de ser tan larga como
para que haya necesidad de hacerlo, me tomaré la libertad de desearles
salud y felicidad, sin exceptuar a mi prima Elizabeth.
Después de los cumplidos de rigor, las señoras se retiraron. Todas
estaban igualmente sorprendidas al ver que pensaba volver pronto. La
señora Bennet quería atribuirlo a que se proponía dirigirse a una de sus hijas
menores, por lo que determinó convencer a Mary para que lo aceptase. Esta,
en efecto, apreciaba a Collins más que las otras; encontraba en sus
reflexiones una solidez que a menudo la deslumbraba, y aunque de ningún
modo le juzgaba tan inteligente como ella, creía que si se le animaba a leer
y a aprovechar un ejemplo como el suyo, podría llegar a ser un compañero
muy agradable. Pero a la mañana siguiente todo el plan se quedó en agua de
borrajas, pues la señorita Lucas vino a visitarles justo después del almuerzo
y en una conversación privada con Elizabeth le relató el suceso del día
anterior.
A Elizabeth ya se le había ocurrido uno o dos días antes la posibilidad
de que Collins se creyese enamorado de su amiga, pero que Charlotte le
alentase le parecía tan imposible como que ella misma lo hiciese. Su
asombro, por consiguiente, fue tan grande que sobrepasó todos los límites
del decoro y no pudo reprimir gritarle:
––¡Comprometida con el señor Collins! ¿Cómo es posible, Charlotte?
Charlotte había contado la historia con mucha serenidad, pero ahora se
sentía momentáneamente confusa por haber recibido un reproche tan
directo; aunque era lo que se había esperado. Pero se recuperó pronto y dijo
con calma: