Page 128 - Orgullo y prejuicio
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La señora Bennet estaba ciertamente demasiado sobrecogida para hablar
mucho mientras sir William permaneció en la casa; pero, en cuanto se fue,
se desahogó rápidamente. Primero, insistía en no creer ni una palabra;
segundo, estaba segura de que a Collins lo habían engañado; tercero,
confiaba en que nunca serían felices juntos; y cuarto, la boda no se llevaría
a cabo. Sin embargo, de todo ello se desprendían claramente dos cosas: que
Elizabeth era la verdadera causa de toda la desgracia, y que ella, la señora
Bennet, había sido tratada de un modo bárbaro por todos. El resto del día lo
pasó despotricando, y no hubo nada que pudiese consolarla o calmarla.
Tuvo que pasar una semana antes de que pudiese ver a Elizabeth sin
reprenderla; un mes, antes de que dirigiera la palabra a sir William o a lady
Lucas sin ser grosera; y mucho, antes de que perdonara a Charlotte.
El estado de ánimo del señor Bennet ante la noticia era más tranquilo; es
más, hasta se alegró, porque de este modo podía comprobar, según dijo, que
Charlotte Lucas, a quien nunca tuvo por muy lista, era tan tonta como su
mujer, y mucho más que su hija.
Jane confesó que se había llevado una sorpresa; pero habló menos de su
asombro que de sus sinceros deseos de que ambos fuesen felices, ni siquiera
Elizabeth logró hacerle ver que semejante felicidad era improbable.
Catherine y Lydia estaban muy lejos de envidiar a la señorita Lucas, pues
Collins no era más que un clérigo y el suceso no tenía para ellas más interés
que el de poder difundirlo por Meryton.
Lady Lucas no podía resistir la dicha de poder desquitarse con la señora
Bennet manifestándole el consuelo que le suponía tener una hija casada; iba
a Longbourn con más frecuencia que de costumbre para contar lo feliz que
era, aunque las poco afables miradas y los comentarios mal intencionados
de la señora Bennet podrían haber acabado con toda aquella felicidad.
Entre Elizabeth y Charlotte había una barrera que les hacía guardar
silencio sobre el tema, y Elizabeth tenía la impresión de que ya no volvería
a existir verdadera confianza entre ellas. La decepción que se había llevado
de Charlotte le hizo volverse hacia su hermana con más cariño y admiración
que nunca, su rectitud y su delicadeza le garantizaban que su opinión sobre
ella nunca cambiaría, y cuya felicidad cada día la tenía más preocupada,