Page 131 - Orgullo y prejuicio
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––Querida, no pienses en cosas tristes. Tengamos esperanzas en cosas
mejores. Animémonos con la idea de que puedo sobrevivirte.
No era muy consolador, que digamos, para la señora Bennet; sin
embargó, en vez de contestar, continuó:
––No puedo soportar el pensar que lleguen a ser dueños de toda esta
propiedad. Si no fuera por el legado, me traería sin cuidado.
––¿Qué es lo que te traería sin cuidado?
––Me traería sin cuidado absolutamente todo.
––Demos gracias, entonces, de que te salven de semejante estado de
insensibilidad.
––Nunca podré dar gracias por nada que se refiera al legado. No
entenderé jamás que alguien pueda tener la conciencia tranquila
desheredando a sus propias hijas. Y para colmo, ¡que el heredero tenga que
ser el señor Collins! ¿Por qué él, y no cualquier otro?
––Lo dejo a tu propia consideración.