Page 132 - Orgullo y prejuicio
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CAPÍTULO XXIV
La carta de la señorita Bingley llegó, y puso fin a todas las dudas. La
primera frase ya comunica-ba que todos se habían establecido en Londres
para pasar el invierno, y al final expresaba el pesar del hermano por no
haber tenido tiempo, antes de abandonar el campo, de pasar a presentar sus
respetos a sus amigos de Hertfordshire.
No había esperanza, se había desvanecido por completo. Jane siguió
leyendo, pero encontró pocas cosas, aparte de las expresiones de afecto de
su autora, que pudieran servirle de alivio. El resto de la carta estaba casi por
entero dedicado a elogiar a la señorita Darcy. Insistía de nuevo sobre sus
múltiples atractivos, y Caroline presumía muy contenta de su creciente
intimidad con ella, aventurándose a predecir el cumplimiento de los deseos
que ya manifestaba en la primera carta. También 1e contaba con regocijo
que su hermano era íntimo de la familia Darcy, y mencionaba con
entusiasmo ciertos planes de este último, relativos al nuevo mobiliario.
Elizabeth, a quien Jane comunicó en seguida lo más importante de
aquellas noticias, la escuchó en silencio y muy indignada. Su corazón
fluctuaba entre la preocupación por su hermana y el odio a todos los demás.
No daba crédito a la afirmación de Caroline de que su hermano estaba
interesado por la señorita Darcy. No dudaba, como no lo había dudado
jamás, que Bingley estaba enamorado de Jane; pero Elizabeth, que siempre
le tuvo tanta simpatía, no pudo pensar sin rabia, e incluso sin desprecio, en
aquella debilidad de carácter y en su falta de decisión, que le hacían esclavo