Page 233 - Orgullo y prejuicio
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resultaría  para  ella  tan  interesante  como  todas  las  célebres  bellezas  de

                Matlock, Chatsworth, Dovedale o el Peak.
                     Elizabeth  se  sintió  muy  defraudada;  le  hacía  mucha  ilusión  ir  a  los
                Lagos, y creía que habría habido tiempo de sobra para ello. Pero, de todas

                formas,  debía  estar  satisfecha,  seguramente  lo  pasarían  bien,  y  no  tardó
                mucho en conformarse.

                     Para  Elizabeth,  el  nombre  de  Derbyshire  iba  unido  a  muchas  otras
                cosas.  Le hacía pensar en Pemberley y en su  dueño. «Pero  ––se  decía––

                podré entrar en su condado impunemente y hurtarle algunas piedras sin que
                él se dé cuenta.»

                     La  espera  se  le  hizo  entonces  doblemente  larga.  Faltaban  cuatro
                semanas  para  que  llegasen  sus  tíos.  Pero,  al  fin,  pasaron  y  los  señores
                Gardiner se presentaron en Longbourn con sus cuatro hijos. Los niños ––

                dos chiquillas de seis y ocho años de edad respectivamente, y dos varones
                más pequeños–– iban a quedar bajo el cuidado especial de su prima Jane,

                favorita  de  todos,  cuyo  dulce  y  tranquilo  temperamento  era  ideal  para
                instruirlos, jugar con ellos y quererlos.

                     Los  Gardiner  durmieron  en  Longbourn  aquella  noche  y  a  la  mañana
                siguiente partieron con Elizabeth en busca de novedades y esparcimiento.

                Tenían un placer asegurado: eran los tres excelentes compañeros de viaje, lo
                que  suponía  salud  y  carácter  a  propósito  para  soportar  incomodidades,
                alegría para aumentar toda clase de felicidad, y cariño e inteligencia para

                suplir cualquier contratiempo.
                     No  vamos  a  describir  aquí  Derbyshire,  ni  ninguno  de  los  notables

                lugares  que  atravesaron:  Oxford,  Blenheim,  Warwick,  Kenelworth,
                Birmingham y todos los demás, son sobradamente conocidos. No vamos a

                referirnos más que a una pequeña parte de Derbyshire. Hacia la pequeña
                ciudad de Lambton, escenario de la juventud de la señora Gardiner, donde

                últimamente había sabido que residían aún algunos conocidos, encaminaron
                sus pasos los viajeros, después de haber visto las principales maravillas de
                la comarca. Elizabeth supo por su tía que Pemberley estaba a unas cinco

                millas de Lambton. No les cogía de paso, pero no tenían que desviarse más
                que una o dos millas para visitarlo. Al hablar de su ruta la tarde anterior, la
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