Page 71 - Orgullo y prejuicio
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enaltecido por ella. Esta clase de cosillas son las que agradan a Su Señoría y
me considero especialmente obligado a tener con ella tales atenciones.
––Juzga usted muy bien ––dijo el señor Bennet––, y es una suerte que
tenga el talento de saber adular con delicadeza. ¿Puedo preguntarle si esos
gratos cumplidos se le ocurren espontáneamente o si son el resultado de un
estudio previo?
––Normalmente me salen en el momento, y aunque a veces me
entretengo en meditar y preparar estos pequeños y elegantes cumplidos para
poder adaptarlos en las ocasiones que se me presenten, siempre procuro
darles un tono lo menos estudiado posible.
Las suposiciones del señor Bennet se habían confirmado. Su primo era
tan absurdo como él creía. Le escuchaba con intenso placer, conservando,
no obstante, la más perfecta compostura; y, a no ser por alguna mirada que
le lanzaba de vez en cuando a Elizabeth, no necesitaba que nadie más fuese
partícipe de su gozo.
Sin embargo, a la hora del té ya había tenido bastante, y el señor Bennet
tuvo el placer de llevar a su huésped de nuevo al salón. Cuando el té hubo
terminado, le invitó a que leyese algo en voz alta a las señoras. Collins
accedió al punto y trajeron un libro; pero en cuanto lo vio ––se notaba en
seguida que era de una biblioteca circulante–– se detuvo, pidió que le
perdonaran y dijo que jamás leía novelas. Kitty le miró con extrañeza y a
Lydia se le escapó una exclamación. Le trajeron otros volúmenes y tras
algunas dudas eligió los sermones de Fordyce. No hizo más que abrir el
libro y ya Lydia empezó a bostezar, y antes de que Collins, con monótona
solemnidad, hubiese leído tres páginas, la muchacha le interrumpió
diciendo:
––¿Sabes, mamá, que el tío Phillips habla de despedir a Richard? Y si lo
hace, lo contratará el coronel Forster. Me lo dijo la tía el sábado. Iré mañana
a Meryton para enterarme de más y para preguntar cuándo viene de la
ciudad el señor Denny.
Las dos hermanas mayores le rogaron a Lydia que se callase, pero
Collins, muy ofendido, dejó el libro y exclamó: