Page 77 - Orgullo y prejuicio
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estado observando mientras paseaba por la calle; y si el señor Wickham
hubiese aparecido entonces, también Kitty y Lydia se habrían acercado a la
ventana para contemplarlo, pero por desgracia, en aquellos momentos no
pasaban más que unos cuantos oficiales que, comparados con el forastero,
resultaban «unos sujetos estúpidos y desagradables». Algunos de estos
oficiales iban a cenar al día siguiente con los Philips, y la tía les prometió
que le diría a su marido que visitase a Wickham para que lo invitase
también a él, si la familia de Longbourn quería venir por la noche. Así lo
acordaron, y la señora Philips les ofreció jugar a la lotería y tomar después
una cena caliente. La perspectiva de semejantes delicias era magnífica, y las
chicas se fueron muy contentas. Collins volvió a pedir disculpas al salir, y
se le aseguró que no eran necesarias.
De camino a casa, Elizabeth le contó a Jane lo sucedido entre los dos
caballeros, y aunque Jane los habría defendido de haber notado algo raro,
en este caso, al igual que su hermana, no podía explicarse tal
comportamiento.
Collins halagó a la señora Bennet ponderándole los modales y la
educación de la señora Philips. Aseguró que aparte de lady Catherine y su
hija, nunca había visto una mujer más elegante, pues no sólo le recibió con
la más extremada cortesía, sino que, además, le incluyó en la invitación
para la próxima velada, a pesar de serle totalmente desconocido. Claro que
ya sabía que debía atribuirlo a su parentesco con ellos, pero no obstante, en
su vida había sido tratado con tanta amabilidad.