Page 81 - Orgullo y prejuicio
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––Le doy mi palabra de que lo que digo aquí lo diría en cualquier otra

                casa de la vecindad, menos en Netherfield. Darcy ha disgustado a todo el
                mundo con su orgullo. No encontrará a nadie que hable mejor de él.
                     ––No puedo fingir que lo siento ––dijo Wickham después de una breve

                pausa––.  No  siento  que  él  ni  nadie  sean  estimados  sólo  por  sus  méritos,
                pero con Darcy no suele suceder así. La gente se ciega con su fortuna y con

                su importancia o le temen por sus distinguidos y soberbios modales, y le
                ven sólo como a él se le antoja que le vean.

                     ––Pues yo, a pesar de lo poco que le conozco, le tengo por una mala
                persona.

                     Wickham se limitó a mover la cabeza. Luego agregó: ––Me pregunto si
                pensará quedarse en este condado mucho tiempo.
                     ––No tengo ni idea; pero no oí nada de que se marchase mientras estuvo

                en Netherfield. Espero que la presencia de Darcy no alterará sus planes de
                permanecer en la guarnición del condado.

                     ––Claro que no. No seré el que me vaya por culpa del señor Darcy, y
                siempre  me  entristece  verle,  pero  no  tengo  más  que  una  razón  para

                esquivarle  y  puedo  proclamarla  delante  de  todo  el  mundo:  un  doloroso
                pesar  por  su  mal  trato  y  por  ser  como  es.  Su  padre,  señorita  Bennet,  el

                último  señor  Darcy,  fue  el  mejor  de  los  hombres  y  mi  mejor  amigo;  no
                puedo  hablar  con  Darcy  sin  que  se  me  parta  el  alma  con  mil  tiernos
                recuerdos.  Su  conducta  conmigo  ha  sido  indecorosa;  pero  confieso

                sinceramente  que  se  lo  perdonaría  todo  menos  que  haya  frustrado  las
                esperanzas de su padre y haya deshonrado su memoria.

                     Elizabeth encontraba que el interés iba en aumento y escuchaba con sus
                cinco  sentidos,  pero  la  índole  delicada  del  asunto  le  impidió  hacer  más

                preguntas.
                     Wickham  empezó  a  hablar  de  temas  más  generales:  Meryton,  la

                vecindad,  la  sociedad;  y  parecía  sumamente  complacido  con  lo  que  ya
                conocía, hablando especialmente de lo último con gentil pero comprensible
                galantería.

                     ––El principal incentivo de mi ingreso en la guarnición del condado ––
                continuó Wickham–– fue la esperanza de estar en constante contacto con la
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