Page 86 - Orgullo y prejuicio
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A Wickham le llamó la atención, y después de observar a Collins
durante unos minutos le preguntó en voz baja a Elizabeth si su pariente era
amigo de la familia de Bourgh.
Lady Catherine de Bourgh le ha dado hace poco una rectoría ––
contestó––. No sé muy bien quién los presentó, pero no hace mucho tiempo
que la conoce. ––Supongo que sabe que lady Catherine de Bourgh y lady
Anne Darcy eran hermanas, y que, por consiguiente, lady Catherine es tía
del actual señor Darcy. ––No, ni idea; no sabía nada de la familia de lady
Catherine. No tenía noción de su existencia hasta hace dos días.
––Su hija, la señorita de Bourgh, heredará una enorme fortuna, y se dice
que ella y su primo unirán las dos haciendas.
Esta noticia hizo sonreír a Elizabeth al pensar en la pobre señorita
Bingley. En vano eran, pues, todas sus atenciones, en vano e inútil todo su
afecto por la hermana de Darcy y todos los elogios que de él hacía si ya
estaba destinado a otra.
––El señor Collins ––dijo Elizabeth–– habla muy bien de lady Catherine
y de su hija; pero por algunos detalles que ha contado de Su Señoría,
sospecho que la gratitud le ciega y que, a pesar de ser su protectora, es una
mujer arrogante y vanidosa.
––Creo que es ambas cosas, y en alto grado ––respondió Wickham––.
Hace muchos años que no la veo, pero recuerdo que nunca me gustó y que
sus modales eran autoritarios e insolentes. Tiene fama de ser juiciosa e
inteligente; pero me da la sensación de que parte de sus cualidades se
derivan de su rango y su fortuna; otra parte, de su despotismo, y el resto, del
orgullo de su sobrino que cree que todo el que esté relacionado con él tiene
que poseer una inteligencia superior.
Elizabeth reconoció que la había retratado muy bien, y siguieron
charlando juntos hasta que la cena puso fin al juego y permitió a las otras
señoras participar de las atenciones de Wickham. No se podía entablar una
conversación, por el ruido que armaban los comensales del señor Philips;
pero sus modales encantaron a todo el mundo. Todo lo que decía estaba
bien dicho y todo lo que hacía estaba bien hecho. Elizabeth se fue prendada
de él. De vuelta a casa no podía pensar más que en el señor Wickham y en