Page 91 - Orgullo y prejuicio
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tentativas de elogiar su ingenio y vivacidad. Aunque a ella, el efecto que

                causaban sus encantos en este caso, más que complacerla la dejaba atónita,
                su madre pronto le dio a entender que la posibilidad de aquel matrimonio le
                agradaba en exceso. Sin embargo, Elizabeth prefirió no darse por aludida,

                porque estaba segura de que cualquier réplica tendría como consecuencia
                una  seria  discusión.  Probablemente  el  señor  Collins  nunca  le  haría

                semejante  proposición,  y  hasta  que  lo  hiciese  era  una  pérdida  de  tiempo
                discutir por él.

                     Si  no  hubiesen  tenido  que  hacer  los  preparativos  para  el  baile  de
                Netherfield,  las  Bennet  menores  habrían  llegado  a  un  estado  digno  de

                compasión, ya que desde el día de la invitación hasta el del baile la lluvia
                no cesó un momento, impidiéndoles ir ni una sola vez a Meryton. Ni tía, ni
                oficiales, ni chismes que contar. Incluso los centros de rosas para el baile de

                Netherfield tuvieron que hacerse por encargo. La misma Elizabeth vio su
                paciencia puesta a prueba con aquel mal tiempo que suspendió totalmente

                los progresos de su amistad con Wickham. Sólo el baile del martes pudo
                hacer soportable a Catherine y a Lydia un viernes, sábado, domingo y lunes

                como aquellos.
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