Page 83 - Orgullo y prejuicio
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––Un día u otro le llegará la hora, pero no seré yo quien lo desacredite.
Mientras no pueda olvidar a su padre, nunca podré desafiarle ni
desenmascararlo.
Elizabeth le honró por tales sentimientos y le pareció más atractivo que
nunca mientras los expresaba.
––Pero ––continuó después de una pausa––, ¿cuál puede ser el motivo?
¿Qué puede haberle inducido a obrar con esa crueldad?
––Una profunda y enérgica antipatía hacia mí que no puedo atribuir
hasta cierto punto más que a los celos. Si el último señor Darcy no me
hubiese querido tanto, su hijo me habría soportado mejor. Pero el
extraordinario afecto que su padre sentía por mí le irritaba, según creo,
desde su más tierna infancia. No tenía carácter para resistir aquella especie
de rivalidad en que nos hallábamos, ni la preferencia que a menudo me
otorgaba su padre.
––Recuerdo que un día, en Netherfield, se jactaba de lo implacable de
sus sentimientos y de tener un carácter que no perdona. Su modo de ser es
espantoso.
––No debo hablar de este tema repuso Wickham––; me resulta difícil
ser justo con él.
Elizabeth reflexionó de nuevo y al cabo de unos momentos exclamó:
––¡Tratar de esa manera al ahijado, al amigo, al favorito de su padre!
Podía haber añadido: «A un joven, además, como usted, que sólo su
rostro ofrece sobradas garantías de su bondad.» Pero se limitó a decir:
––A un hombre que fue seguramente el compañero de su niñez y con el
que, según creo que usted ha dicho, le unían estrechos lazos.
––Nacimos en la misma parroquia, dentro de la misma finca; la mayor
parte de nuestra juventud la pasamos juntos, viviendo en la misma casa,
compartiendo juegos y siendo objeto de los mismos cuidados paternales. Mi
padre empezó con la profesión en la que parece que su tío, el señor Philips,
ha alcanzado tanto prestigio; pero lo dejó todo para servir al señor Darcy y
consagró todo su tiempo a administrar la propiedad de Pemberley. El señor
Darcy lo estimaba mucho y era su hombre de confianza y su más íntimo
amigo. El propio señor Darcy reconocía a menudo que le debía mucho a la