Page 84 - Orgullo y prejuicio
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activa superintendencia de mi padre, y cuando, poco antes de que muriese,

                el  señor  Darcy  le  prometió  espontáneamente  encargarse  de  mí,  estoy
                convencido de que lo hizo por pagarle a mi padre una deuda de gratitud a la
                vez que por el cariño que me tenía.

                     ––¡Qué  extraño!  ––exclamó  Elizabeth––.  ¡Qué  abominable!  Me
                asombra que el propio orgullo del señor Darcy no le haya obligado a ser

                justo con usted. Porque, aunque sólo fuese por ese motivo, es demasiado
                orgulloso para no ser honrado; y falta de honradez es como debo llamar a lo

                que ha hecho con usted.
                     Es curioso ––contestó Wickham––, porque casi todas sus acciones han

                sido guiadas por el orgullo, que ha sido a menudo su mejor consejero. Para
                él, está más unido a la virtud que ningún otro sentimiento. Pero ninguno de
                los  dos  somos  consecuentes;  y  en  su  comportamiento  hacia  mí,  había

                impulsos incluso más fuertes que el orgullo.
                     ––¿Es  posible  que  un  orgullo  tan  detestable  como  el  suyo  le  haya

                inducido alguna vez a hacer algún bien? ––Sí; le ha llevado con frecuencia
                a ser liberal y generoso, a dar su dinero a manos llenas, a ser hospitalario, a

                ayudar a sus colonos y a socorrer a los pobres. El orgullo de familia, su
                orgullo de hijo, porque está muy orgulloso de lo que era su  padre, le ha

                hecho actuar de este modo. El deseo de demostrar que no desmerecía de los
                suyos,  que  no  era  menos  querido  que  ellos  y  que  no  echaba  a  perder  la
                influencia de la casa de Pemberley, fue para él un poderoso motivo. Tiene

                también un orgullo de hermano que, unido a algo de afecto fraternal, le ha
                convertido en un amabilísimo y solícito custodio de la señorita Darcy, y oirá

                decir muchas veces que es considerado como el más atento y mejor de los
                hermanos.

                     ––¿Qué clase de muchacha es la señorita Darcy?
                     Wickham hizo un gesto con la cabeza.

                     ––Quisiera poder decir que es encantadora. Me da pena hablar mal de
                un Darcy. Pero ahora se parece demasiado a su hermano, es muy orgullosa.
                De niña, era muy cariñosa y complaciente y me tenía un gran afecto. ¡Las

                horas que he pasado entreteniéndola! Pero ahora me es indiferente. Es una
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