Page 97 - Orgullo y prejuicio
P. 97
No hacía mucho que se habían separado, cuando la señorita Bingley se
acercó a Elizabeth y con una expresión de amabilidad y desdén a la vez, le
dijo:
––Así que, señorita Eliza, está usted encantada con el señor Wickham.
Me he enterado por su hermana que me ha hablado de él y me ha hecho mil
preguntas. Me parece que ese joven se olvidó de contarle, entre muchas
otras cosas, que es el hijo del viejo Wickham, el último administrador del
señor Darcy. Déjeme que le aconseje, como amiga, que no se fíe demasiado
de todo lo que le cuente, porque eso de que el señor Darcy le trató mal es
completamente falso; por el contrario, siempre ha sido extraordinariamente
amable con él, aunque George Wickham se ha portado con el señor Darcy
de la manera más infame. No conozco los pormenores, pero sé muy bien
que el señor Darcy no es de ningún modo el culpable, que no puede
soportar ni oír el nombre de George Wickham y que, aunque mi hermano
consideró que no podía evitar incluirlo en la lista de oficiales invitados, él
se alegró enormemente de ver que él mismo se había apartado de su
camino. El mero hecho de que haya venido aquí al campo es una verdadera
insolencia, y no logro entender cómo se ha atrevido a hacerlo. La
compadezco, señorita Eliza, por este descubrimiento de la culpabilidad de
su favorito; pero en realidad, teniendo en cuenta su origen, no se podía
esperar nada mejor.
––Su culpabilidad y su origen parece que son para usted una misma
cosa ––le dijo Elizabeth encolerizada––; porque de lo peor que le he oído
acusarle es de ser hijo del administrador del señor Darcy, y de eso, puedo
asegurárselo, ya me había informado él.
––Le ruego que me disculpe ––replicó la señorita Bingley, dándose la
vuelta con desprecio––. Perdone mi entrometimiento; fue con la mejor
intención.
«¡Insolente! ––dijo Elizabeth para sí––. Estás muy equivocada si
piensas que influirás en mí con tan mezquino ataque. No veo en él más que
tu terca ignorancia y la malicia de Darcy.»
Entonces miró a su hermana mayor que se había arriesgado a interrogar
a Bingley sobre el mismo asunto. Jane le devolvió la mirada con una