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FANTASMAS
han dado comida en mal estado, que es muy poco probable,
ya que es evidente que a la cadena McDonald's no le interesa
en absoluto ser demandada. Pero incluso si se diera el caso,
hay mucha gente que come alimentos en mal estado y no se
muere. 3
—Todd Dickey, nuestro tercera base, se comió una vez
una ardilla —le digo—. A cambio de mil dólares. El autobús
en que iba el equipo la atropelló al dar marcha atrás en el es-
tacionamiento y se la comió. Dice que en el sitio de donde él
viene la gente se las come.
El doctor Faber me mira atónito, con su agradable y re-
dondeada cara muda por el asco.
—¿De dónde es?
—De Mimnesota. Allí, básicamente se alimentan de ardi-
llas, eso es lo que dice Todd. Por eso pueden gastarse el dine-
ro en cosas más importantes que hacer las compras. En cerve-
za y en lotería.
—¿Y se la comió... cruda?
—N Oo, no. La frió y se la comió con chile de lata. Dijo
que nunca le había sido tan fácil ganar tanto dinero. Mil dóla-
res, eso es mucho para los de la liga menor. Tres jugadores tu-
vieron que poner cien dólares cada uno. Dijo que era como
cobrar mil dólares por comerte una hamburguesa .
—Vale —dice—. Eso nos lleva de vuelta al asunto de
McDonald's. Si Todd Dickey puede comerse una ardilla del
suelo de un estacionamiento —un menú que digamos que yo,
como médico, no recomendaría— sin que le pase nada, enton-
ces tú puedes comerte una Big Mac.
—Ya.
Le entiendo, de verdad. Lo que está diciendo es que Todd
Dickey es un atleta profesional fortachón, y ahí está comien-
do cosas horribles como ardilla con chile y hamburguesas que
rezuman grasa cuando los muerdes y no se muere de la enfer-
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