Page 222 - Fantasmas
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FANTASMAS
—Iré a buscar a alguien. —Se dio la vuelta disponiéndo-
se a correr hacia el camino. Llegaría a la 17K en un minuto y
pararía al primer coche que pasara.
—No —dijo de pronto la señora Prezar en tono apre-
miante y asustado—. No te vayas, tengo miedo. No sé dónde
ha ido, podría estar aún aquí, en alguna parte. Tal vez ha ido
sólo a lavarse —añadió con una mirada aterrorizada en direc-
ción al estanque.
—¿Quién? —preguntó Wyatt mirando también hacia el
estanque, a la pendiente de la orilla y a los pocos arboluchos
que se arremolinaban en ella. Cada vez estaba más asustado.
La mujer no contestó y en lugar de ello dijo:
—Tengo un teléfono celular, pero no sé dónde está. Él me
lo quitó, pero creo que después lo tiró cerca del coche. ¡Oh,
dios! ¿Puedes buscarlo? ¡Oh, dios mío! ¡Por favor, que no ven-
ga otra vez!
Wyatt tenía la boca seca y ganas de vomitar, pero empe-
zÓ a revisar de forma automática, inspeccionando el área del
suelo alrededor del bolso caído. Se agachó en parte para ver
mejor y en parte para que nadie que se acercara al coche des-
de el otro lado, el del estanque, pudiera verlo. Algunos pape-
les y una bufanda enredada se habían salido del bolso. Uno
de los extremos de la bufanda —de seda y en tonos amarillo y
rojo— flotaba en un charco.
—¿Estará en su bolso? —preguntó abriéndolo.
—Puede ser. No lo sé.
Metió la mano y encontró más papeles, una barra de la-
bios, una caja de polvos compactos y pequeños pinceles, pero
ningún teléfono móvil. Dejó caer el bolso y empezó a buscar
alrededor del coche, pero era imposible ver gran cosa en la
escasa luz del crepúsculo.
—¿Se fue hacia el agua? —preguntó con el corazón en
la garganta.
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