Page 132 - Microsoft Word - King, Stephen - IT _Eso_.DOC.doc
P. 132
pelirrojo sujeto en una coleta. "Quiero hacerte una pregunta, Ben -decía en su
mente la niña de su imaginación-, y tienes que jurar que me dirás la verdad. -Le
mostraba la tarjeta postal-. ¿Tú escribiste esto?"
Era una fantasía terrible. Era una fantasía maravillosa. Ben quiso borrarla. Ben
quiso que se prolongara para siempre. Su rostro comenzaba a arder.
Caminó, soñó, cambió los libros de un brazo al otro y comenzó a silbar.
"Pensarás que estoy loca -dijo Beverly-, pero creo que quiero besarte." Sus labios
se entreabrieron.
Los de Ben quedaron, de pronto, demasiado secos para silbar.
--Creo qué yo también quiero -susurró, y sonrió. Si en ese momento hubiera
mirado hacia atrás, habría visto brotar tres sombras alrededor de la suya. Si
hubiera estado escuchando, habría oído resonar las botas de Victor, que se
acercaba, con Belch y Henry. Pero no veía ni oía nada. Ben estaba muy lejos
sintiendo los suaves labios de Beverly rozar los suyos y levantando sus manos
tímidas para tocar el opaco fuego irlandés de la cabellera de ella.
9.
Como muchas ciudades, grandes o pequeñas, Derry no había sido planificada.
Creció, simplemente. Para empezar, los urbanistas nunca la habrían situado en
ese sitio. El centro de Derry estaba en un valle formado por el riachuelo
Kenduskeag que cruzaba el distrito comercial en diagonal, de sudoeste a
nordeste. El resto de la ciudad había invadido las laderas de las colinas
circundantes.
El valle al que llegaron los pobladores originarios había sido pantanoso, cubierto
de densa vegetación. El arroyo y el río Penobscot, en el cual vertía el
Kenduskeag, era ventajoso para los comerciantes, pero una gran desventaja para
quienes tenían cultivos o construían sus casas demasiado cerca de ellos, en
especial por el Kenduskeag, que desbordaba cada tres o cuatro años. La ciudad
seguía propensa a las inundaciones a pesar de las grandes sumas de dinero
gastadas en los últimos cincuenta años para controlar el problema. Si las
inundaciones se hubieran debido sólo al riachuelo en sí, con un sistema de diques
se habría resuelto la cuestión. Sin embargo, había otros factores. Uno eran las
bajas riberas del Kenduskeag. Otro, lo lento del drenaje. Desde principios del siglo
se habían producido muchas inundaciones graves en Derry, y en 1931 una
verdaderamente desastrosa. Para empeorar las cosas, las colinas donde se
levantaba gran parte de Derry estaban atravesadas por pequeños cursos de agua,
como el arroyo Torrault, donde había sido encontrado el cadáver de Cheryl
Lamonica. En períodos de lluvias abundantes era muy posible que se
desbordaran. "Si llueve dos semanas seguidas, a toda la maldita ciudad le da
sinusitis", había dicho el padre de Bill el Tartaja.
El Kenduskeag discurría enjaulado en un canal de cemento a lo largo de tres
kilómetros a su paso por la ciudad. Ese canal se hundía bajo Main Street, en la
intersección con Canal Street, convirtiéndose en un río subterráneo por unos
ochocientos metros, antes de volver a la superficie en el parque Bassey. Canal
Street, donde se alineaban casi todos los bares de Derry como delincuentes en un