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--¡Menuda tripa! -exclamó, asqueado-. ¡Por Dios!
Victor y Belch rieron. Ben miró alrededor, desesperado, en busca de ayuda, pero
no había nadie. Allá abajo, en Los Barrens, se oían los grillos y las gaviotas.
--¡Será mejor que me dejéis en paz! -advirtió. Todavía no balbuceaba, pero le
faltaba poco-. ¡Os conviene!
--¿Ah, sí? -preguntó Henry, como francamente interesado-. ¿Y si no, Tetas?
Qué, ¿eh?
Ben pensó en Broderick Crawford, el que hacía de Dan Matthews en Patrulla de
caminos -ese tío era duro, ese tío no soportaba mierdas de nadie-. Y entonces
rompió a llorar Dan Matthews hubiera azotado a esos tipos hasta hacerlos huir
despavoridos. Lo habría hecho a golpes de barriga.
--Mirad al bebé -rió Victor.
Belch lo imitó. Henry sonrió, pero su cara aún tenía esa expresión grave y
reflexiva, casi triste. Eso asustó a Ben. Era como si se preparara para algo más
que una simple paliza.
Como para confirmar la idea, Henry metió la mano en sus vaqueros y sacó una
navaja.
El terror de Ben hizo explosión. Había estado sacudiendo inútilmente el cuerpo
hacia ambos lados, pero de pronto se lanzó hacia adelante. Por un instante estuvo
a punto de liberarse: estaba sudando y las manos que le sujetaban los brazos no
eran muy firmes. Belch logró retenerle la muñeca derecha, pero apenas. Victor lo
perdió por completo. Otra sacudida...
Pero Henry se adelantó un paso y le dio un empujón. Ben cayó hacia atrás. La
barandilla crujió y Ben sintió que cedía un poco bajo su peso. Belch y Victor
volvieron a inmovilizarlo.
--Ahora sujetadlo -ordenó Henry-. ¿Entendido?
--Claro, Henry -dijo Belch, algo intranquilo-. No escapará. No te preocupes.
Henry se adelantó hasta que su estómago plano estuvo casi en contacto con la
panza de Ben. Éste lo miraba fijamente, mientras las lágrimas escapaban de sus
ojos dilatados. "¡Estoy atrapado! -gemía su mente. Trató de acallarla pero no
pudo-. ¡Atrapado, atrapado, atrapado!"
Henry abrió la hoja que era larga, ancha y tenía su nombre grabado. La punta
brillaba al sol de la tarde.
--Ahora voy a hacerte un examen -dijo Henry, con la misma voz reflexiva-.
Vienen los exámenes, Tetas; vas a tener que prepararte.
Ben sollozó. El corazón le palpitaba locamente en el pecho. La nariz le
chorreaba mocos que iban a acumularse en el labio superior. Sus libros prestados
habían quedado esparcidos a sus pies. henry pisó Bravucón, le echó un vistazo y
lo arrojó a la alcantarilla de una patada.
--Aquí viene la primera pregunta de tu examen, Tetas. Cuando alguien te diga
"Déjame copiar" en los exámenes finales, ¿qué contestarás?
--¡Que sí! -exclamó Ben-. ¡Voy a contestar que sí! ¡Claro! ¡Copia todo lo que
quieras!
La punta de la navaja se apretó contra su estómago. Estaba fría como una
cubeta recién salida del congelador. Ben hundió la panza. Por un momento el
mundo se puso gris. Henry movía la boca, pero Ben no llegaba a entender lo que