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planchado y partido al medio. Richie Tozier llevando una pancarta que decía
                "Acaben con la guerra" por un lado y "Fuera rotc de la universidad" por el otro. Ben
                Hanscom con casco, conduciendo una excavadora con la camisa suelta,
                mostrando un vientre cada vez menos prominente sobre el cinturón. ¿Era negra
                esa séptima criatura? No tenía relación alguna con H. Rap Brown ni con el Gran
                Maestre Flash; este tipo usaba simples camisas blancas y pantalones holgados y
                se sentaba a trabajar en una biblioteca de la Universidad de Maine, escribiendo
                estudios sobre el origen de las notas al pie de la página y las ventajas de tal
                sistema sobre tal otro para catalogar libros, mientras fuera había manifestaciones
                y Phil Ochs cantaba "Richard Nixon, búscate otro país", y morían hombres con el
                vientre abierto en aldeas cuyos nombres no podían pronunciar. Allí estaba,
                estudiosamente inclinado sobre su trabajo (Bill lo veía), sobrio y absorto, sabiendo
                que ser bibliotecario era acercarse bastante al asiento situado en la cumbre de la
                máquina de la eternidad. ¿Era él el séptimo? ¿O era un joven de pie frente al
                espejo, mirando cómo se le estiraba la frente, mirando el peine lleno de cabellos
                rojos, mirando un montón de cuadernos universitarios reflejados en el espejo,
                cuadernos que contenían el borrador completo y confuso de una novela titulada
                Joanna y que sería publicada un año más tarde?
                   Algo de todo eso, todo eso, nada de todo eso.
                   En realidad no importaba. El séptimo estaba allí y en ese momento todos lo
                sintieron... y tal vez comprendieron mejor que nunca el horrible poder de aquello
                que los había atraído hasta allí. "Eso vive -pensó Bill, sintiendo un escalofrío-. Ojos
                de tritón, cola de dragón. Mano de gloria... Fuera lo que fuese. Eso está aquí otra
                vez, en Derry. Eso."
                   Y de pronto sintió que Eso era el séptimo. Que Eso y el tiempo eran, de algún
                modo, intercambiables. Que Eso llevaba la cara de todos, además de las otras mil
                con que había aterrorizado y matado... Y la idea de que Eso pudiera ser ellos era
                la peor de todas. "¿Cuánto de nosotros quedó atrás, aquí? -pensó con súbito
                terror-. ¿Cuánto de nosotros quedó en las cloacas y en las alcantarillas donde Eso
                vivía... y donde se alimentaba? ¿Es por eso que olvidamos? ¿Porque parte de
                nosotros nunca tuvo futuro, nunca creció, nunca salió de Derry?"
                   No vio respuestas en sus caras. Sólo sus propias preguntas reflejadas.
                   Los pensamientos toman forma y pasan, en cuestión de segundos o fracciones
                de segundos, y crean su propio marco cronológico. Todo eso pasó por la mente de
                Bill Denbrough en no más de cinco segundos.
                   Entonces Richie Tozier, recostado contra la pared, volvió a sonreír y dijo:
                   --Oh, cielos, miren esto: ¡Bill Denbrough ha adoptado la moda "cúpula de
                cromo"! ¿Cuánto hace que te enceras la cabeza, Gran Bill?
                   Y Bill, que no tenía idea de lo que iba a salirle, abrió la boca y se oyó decir:
                   --Vete a la mierda, Bocazas.
                   Hubo un momento de silencio... y luego todos estallaron en carcajadas. Bill se
                acercó para estrechar manos; aunque había algo horrible en lo que sentía,
                también había algo consolador: la sensación de haber vuelto para siempre al
                hogar.



                   3. Ben Hanscom adelgaza.
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