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Nadie contestó. No hacía falta. Bill pensaba: "Uno cree haber llegado al límite de
su capacidad y entonces Mike saca a relucir otro nombre y otro, como un brujo
negro con el sombrero lleno de trucos malignos y uno cae otra vez de culo."
Era demasiado para que pudieran asumirlo todo de una vez, ese relato de
inexplicable violencia, dirigida directamente, de algún modo, a las seis personas
allí reunidas. Al menos eso sugería la foto de George.
--A John Feury le faltaban ambas piernas -prosiguió Mike, suavemente-, pero el
forense dice que se las arrancaron después de morir. Le falló el corazón. Parece
haber muerto de miedo, literalmente. Lo encontró el cartero, que vio asomar una
mano por debajo del porche...
--Fue en el número 29, ¿no? -preguntó Richie. Bill le echó una mirada rápida
que Richie devolvió con un leve asentimiento antes de volverse otra vez hacia
Mike-. Neibolt Street, 29.
--Oh, sí, dijo Mike con la misma serenidad-. Fue en el número 29. -Bebió otro
poco de agua-. ¿Te sientes bien de veras, Eddie?
Eddie asintió. Su respiración se había aliviado.
--Rademacher hizo un arresto al día siguiente del descubrimiento del cadáver -
dijo Mike-. Ese mismo día, casualmente, el News publicó en primera plana un
artículo pidiendo su renuncia.
--¿Después de ocho asesinatos? -observó Ben-. Qué enérgicos.
Beverly quiso saber a quién habían arrestado.
--A un sujeto que vive en un pequeño cobertizo, por la carretera 7, casi en los
límites del municipio de Newport. Una especie de ermitaño. Tenía la casucha
techada con maderas robadas y quemaba leña para cocinar. Se llama Harold Earl.
Probablemente no ve doscientos dólares en efectivo en todo el año. Alguien que
pasaba en coche lo vio de pie en su patio, mirando el cielo, el día en que
descubrieron el cadáver de John Feury. Tenía la ropa cubierta de sangre.
--Entonces, tal vez... -comenzó Richie, esperanzado.
--Había tres venados descuartizados en su cobertizo -dijo Mike-. Había estado
cazando furtivamente en Haven. La sangre de su ropa era de venado.
Rademacher le preguntó si había matado a John Feury. Según informes, el
detenido dijo: "Sí, maté a mucha gente, casi todos durante la guerra." También dijo
que por la noche había visto cosas en los bosques. A veces luces azules
suspendidas a pocos centímetros del suelo. Luces de cadáver, las llamó él. Y a
varios Pie Grande.
Lo enviaron al Instituto de Salud Mental de Bangor. Según el informe médico,
casi no tiene hígado. Había estado bebiendo disolvente de pinturas...
--Oh, por Dios -susurró Beverly.
--... y es propenso a las alucinaciones. Hasta hace tres días, Rademacher aún
seguía con su idea de que Earl era el sospechoso principal. Mandó que ocho tipos
fueran a excavar alrededor del cobertizo, en busca de cabezas, pantallas de
lámpara hechas con piel humana o sabe Dios qué.
Mike hizo una pausa, bajó la cabeza y luego prosiguió, con voz algo más ronca:
--Yo había estado esperando, pero cuando me enteré de este último, os llamé a
todos. Ojalá lo hubiera hecho antes.
--Veamos -dijo Ben.