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--Sí, señor Fogarty.
                   Fogarty se alejó, dejando grandes huellas pardas con sus zapatos negros en la
                tierra de la huerta oeste. Aprovechando que estaba de espaldas, Henry se tomó
                un momento para mirar en derredor. Habían sacado a todos los de la sala azul a
                trabajar con la azada apenas amainada la lluvia. Allí se ponía a los que antes
                habían sido muy peligrosos y que se consideraban sólo moderadamente
                peligrosos. En realidad, todos los pacientes de Juniper Hill estaban considerados
                moderadamente peligrosos. Se trataba de una institución para enfermos mentales
                con tendencias asesinas, situada en las afueras de Augusta, cerca de la frontera
                municipal de Sidney. Henry Bowers estaba allí porque en el otoño de 1958 lo
                habían declarado culpable del asesinato de su padre. Aquel año había sido
                famoso por los juicios a criminales. Tratándose de juicios a criminales, 1958 era el
                gran año.
                   Sólo que ellos no lo consideraban culpable de asesinar sólo a su padre. Si
                hubiera sido sólo por su padre, Henry no habría pasado veinte años en el hospital
                para enfermos mentales de Augusta, casi siempre inmovilizado por medios
                químicos o físicos. No, no sólo por su padre. Las autoridades creían que él los
                había matado a todos o a casi todos.
                   Tras el veredicto, el "Derry News" había publicado un artículo en primera plana
                titulado "Termina la larga noche de Derry". En él recordaban los puntos
                destacados: el cinturón del desaparecido Patrick Hockstetter que se encontró en el
                escritorio de Henry; el montón de libros escolares, algunos asignados a Belch
                Huggins, otros a Victor Criss, ambos desaparecidos y amigos del chico Bowers,
                que habían aparecido en el armario de Henry; y lo más condenatorio: una
                braguita, escondida en una desgarradura de su colchón, identificada, gracias a
                una marca de lavandería, como perteneciente a Veronica Grogan, fallecida.
                   Henry Bowers, según el "Derry News", era el monstruo que había asolado Derry
                en la primavera y el verano, de 1958.
                   Pero el "Derry News", en su primera plana del 6 de diciembre, había proclamado
                que terminaba la larga noche de Derry. Y hasta un "idiota" como Henry sabía que
                en Derry la noche jamás terminaría.
                   Lo habían acribillado a preguntas, rodeándolo, apuntándole con el dedo. El jefe
                de policía lo había abofeteado dos veces; un detective llamado Lottman le había
                dado un puñetazo en el vientre para que confesara y no les hiciera perder tiempo.
                   -Allí fuera hay gente que no está nada contenta, Henry -le había dicho ese
                Lottman-. Hace mucho tiempo que no se lincha a nadie en Derry, pero podría
                volver a ocurrir.
                   Seguramente estaban dispuestos a prolongar aquello todo el tiempo necesario,
                no porque temieran que los justos de Derry irrumpieran en la comisaría para
                llevarse a Henry y colgarlo de un manzano silvestre, sino porque ansiaban
                desesperadamente cerrar las cuentas de ese verano, lleno de sangre y horror.
                Habrían prolongado aquello, pero Henry no lo hizo necesario. Querían que él se
                confesara culpable de todo; al cabo de un rato lo comprendió así. A él no le
                molestó. Después del horror visto en las cloacas, después de lo que había pasado
                con Belch y Victor, ya todo le daba igual. Dijo que sí, que había matado a su
                padre. Eso era cierto. Sí, había matado a Victor Criss y a Belch Huggins. Eso
                también era cierto; al menos, los había llevado a los túneles donde habían sido
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