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Bill tiene bourbon, Beverly tiene vodka y una caja de zumo de naranja, Richie ha
                llevado seis cervezas y Ben Hanscom una botella de Wild Turkey. Mike tiene
                también seis cervezas en su pequeña nevera de la sala de bibliotecarios.
                   Eddie Kaspbrack llega el último con una pequeña bolsa en sus manos.
                   --¿Qué llevas ahí, Eddie? -le pregunta Richie-. ¿Refrescos Za-Rex o Kool-Ald?
                   Con una sonrisa nerviosa, Eddie saca primero una botella de ginebra y luego
                otra de zumo de ciruela.
                   Se produce un silencio y Richie dice finalmente:
                   --Que alguien llame a los loqueros. Eddie Kaspbrack por fin se desmadra.
                   --La ginebra con zumo de ciruela es muy saludable -replica Eddie.
                   Y todos rompen a reír y el sonido de su regocijo rebota como un eco en la
                biblioteca silenciosa corriendo a través del puente de cristal que une la biblioteca
                de los mayores con la de los niños.
                   --Lánzate de cabeza -dice Ben enjugándose los ojos llorosos-. Lánzate de
                cabeza, Eddie. Apuesto a que eso te hace mover la correspondencia.
                   Sonriendo, Eddie llena su vaso de cartón con tres cuartas partes de zumo de
                ciruela y luego añade sobriamente dos medidas de ginebra.
                   --Eddie, te quiero de verdad -dice Beverly y Eddie la mira perplejo, pero
                sonriente. Beverly dirige entonces sus ojos alrededor de la mesa-. Os quiero a
                todos.
                   --T-t-también to-todos te que-queremos -dice Bill.
                   --Sí, te queremos -dice Ben, y ría-. Creo que todos nos queremos todavía.
                ¿Sabéis lo insólito que esto resulta?
                   Hay un instante de silencio. A Mike no le sorprende ver que Richie ha vuelto a
                ponerse las gafas.
                   --Las lentillas empezaron a arderme y tuve que sacármelas -explica Richie, ante
                su pregunta-. ¿Y si vamos al grano?
                   Todos miran a Bill, como en el foso de grava, y Mike piensa; "Miran a Bill cuando
                necesitan un capitán, a Eddie cuando hace falta un navegante. Vamos al grano,
                qué frase endiablada. ¿Les cuento que los cadáveres recuperados no
                presentaban señales de haber sido violados ni mutilaciones, exactamente, sino
                que habían sido parcialmente comidos? ¿Les digo que tengo siete cascos de
                minero, de esos que tienen luces potentes en la parte delantera, guardados en mi
                casa, incluido uno para cierto tipo llamado Stan Uris, que no salió a escena, como
                decíamos en aquellos tiempos? ¿O bastará con decirles que vayan a acostarse y
                que duerman bien toda la noche, porque las cosas terminarán mañana,
                definitivamente, para "Eso" o para nosotros? Tal vez no haga falta decir nada de
                todo eso y el motivo por el que no hace falta ya ha sido establecido: aún se
                quieren. Las cosas han cambiado en los últimos veintisiete años, pero eso,
                milagrosamente, sigue igual. Tal vez sea, nuestra única esperanza verdadera, y
                de Los Barrens."
                   Lo único que resta, en realidad, es terminar de repasar las cosas, completar la
                tarea de ponerse al tanto, de ajustar el presente al pasado, para que la banda de
                experiencia forme una especie de rueda. "Sí, eso es. La tarea de esta noche es
                hacer la rueda; mañana veremos si aún gira... como giro cuando expulsamos a los
                gamberros del foso de grava y de Los Barrens."
                   --¿Has recordado el resto? -pregunta Mike a Richie.
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