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--N-no te p-p-preocupes. La-la han tenido c-c-con nos-nosotros todo el año. -De
pronto se incorporó, mirando a Mike con interés-. ¿T-te p-p-puedo hacer una p-
pregunta?
--Claro que sí. -Mike se sentó con recelo. No era la primera vez que oía uno de
esos prefacios. El chico Denbrough iba a preguntarle qué se sentía al ser negro.
Pero Bill preguntó otra cosa:
--Cuando L-l-arsen an-anotó ese t-t-tanto en la s-s-serie mundial, hace dos años,
¿cre-crees q-q-que fue s-ssólo su-suerte?
Richie dio una profunda calada a su cigarrillo y empezó a toser. Beverly le
palmeó la espalda, de buen humor.
--Apenas empiezas, Richie. Ya aprenderás.
--Creo que se va a derrumbar, Ben -observó Eddie mirando el cuadro del cordel-
. No creo que me entusiasme mucho la idea de quedar enterrado vivo.
--No vas a quedar enterrado vivo -dijo Ben-. En todo caso, puedes chupar ese
maldito inhalador hasta que te saquen.
Para Stanley Uris, aquello resultó divertidísimo. Se reclinó sobre un codo con la
cara hacia arriba y rió hasta que Eddie le dio un puntapié en la pantorrilla
ordenándole que se callara.
--Sólo suerte -dijo Mike, por fin-. Un tanto así es más suerte que otra cosa.
--E-e-eso -convino Bill.
Mike esperó más preguntas, pero Bill parecía satisfecho. Volvió a tendersa, con
las manos entrelazadas bajo la nuca y siguió estudiando las nubes que pasaban.
--¿Qué vais a hacer? -preguntó Mike, mirando el cuadrado que formaba el
cordel.
--Oh, esto es la gran idea de Ben para esta semana- dijo Richie-. La última vez
inundó Los Barrens, eso fue muy divertido, pero esto será sensacional. Este mes
se trata de la operación "Hágase su propia casita". El mes que viene...
--N-n-no tienes p-p-por qué burlarte de B-b-ben -dijo Bill, siempre mirando al
cielo-, quedará muy bien.
--Por el amor de Dios, Bill, sólo era una broma.
--A veces bro-bromeas dem-demasiado, Ri-Richie.
El otro aceptó el reproche en silencio.
--Sigo sin entender -dijo Mike.
--Bueno, es muy simple -explicó Ben-. Ellos querían hacer una casita en un
árbol. Se podía, pero la gente tiene la mala costumbre de romperse los huesos
cuando se cae de la rama.
--Cuqui, cuqui, dame tus huesos -dijo Stan. Y rió, mientras los otros lo miraban,
desconcertados. Stan no tenía mucho sentido del humor y el que tenía resultaba
bastante extraño.
--Usted se estar volviendo loco, señorrrr -dijo Richie, a lo Pancho Villa-. Es el
calorrrr y las cucarachas, sí.
--Bueno -siguió Ben-, lo que vamos a hacer es excavar un metro y medio en el
cuadrado que he delimitado aquí. No podemos ir mucho más abajo o nos
encontraremos con la capa de agua. Por aquí está muy cerca de la superficie.
Después entablonamos los costados para estar seguros de que no va a
derrumbarse.
Echó una mirada significativa a Eddie, pero el otro seguía preocupado.