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un graznido. Trató de carraspear y estuvo a punto de lanzar un vómito. Sentía los
                pulmones y la garganta como si alguien se los hubiese forrado de humo.
                   Por fin logró preguntar:
                   --¿Me diste una bofetada, Beverly?
                   --Fue lo único que se me ocurrió -dijo ella.
                   --"Guac" -murmuró Richie.
                   --Me pareció que no reaccionabas -explicó ella. Y de pronto rompió a llorar.
                   Richie le dio unas torpes palmaditas en el hombro y Bill le apoyó una mano en el
                hombro. Ella estiró la suya, se la tomó y la apretó con fuerza.
                   Richie consiguió incorporarse. El mundo empezó a nadar entre las olas. Cuando
                todo se asentó, vio a Mike apoyado contra un árbol cercano, aturdido y ceniciento.
                   --¿Vomitó? -preguntó Richie a Bev.
                   Ella asintió, sin dejar de llorar. Él adoptó su voz de policía irlandés, aunque
                vacilante, para preguntar:
                   --¿Te he ensuciado, querida?
                   Bev se echó a reír entre sollozos y sacudió la cabeza.
                   --Te puse de lado. Temía que... q-q-que te aho-ahogaras con el...
                   Y empezó a llorar con más intensidad.
                   --N-n-no es justo -protestó Bill, siempre sosteniéndole la mano-. Aq-qquí el tart-t-
                tamudo soy y-y-yo.
                   --No está mal, Gran Bill -comentó Richie.
                   Trató de levantarse y volvió a caer sentado. El mundo seguía moviéndose. Tosió
                otra vez y apartó la cara, notando que iba a vomitar sólo un momento antes de
                que ocurriese. Arrojó una mezcla de espuma verde y saliva espesa que brotó en
                hilillos. Cerrando los ojos con fuerza, graznó:
                   --¿Alguien quiere merendar?
                   --Menuda mierda -gritó Ben, asqueado y riendo al mismo tiempo.
                   --A mí me parece que es vómito -corrigió Richie, sin abrir los ojos-. La mierda
                suele salir por el otro extremo, al menos en mi caso. No sé cómo será en el tuyo,
                Ben.
                   Cuando por fin pudo abrir los ojos, vio la casita del club a unos veinte metros,
                con el ventanal y la trampilla bien abierta. De ambas brotaba humo, que ya iba
                menguando.
                   Richie pudo ponerse, al fin, de pie. Por un momento creyó que iba a vomitar otra
                vez, a desmayarse, o ambas cosas al mismo tiempo.
                   --"Guac" -murmuró, mientras el mundo daba tumbos frente a sus ojos. Cuando
                pasó la sensación, se acercó a Mike.
                   El chico tenía aún los ojos enrojecidos; por la humedad de sus pantalones,
                Richie calculó que también había tomado el ascensor estomacal.
                   --Lo has hecho bastante bien para ser blanco -dijo Mike, dándole un suave
                puñetazo en el hombro.
                   Richie no supo qué decir... situación de exquisita rareza.
                   Bill se acercó, seguido por los otros.
                   --¿Tú nos sacaste? -preguntó Richie.
                   --C-c-con Be-Ben. Est-estabais gri-gri-gritando. L-l-los dos. P-ppero...
                   Miró a Ben.
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