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--Debió ser por el humo, Bill -dijo el gordo. Pero en su voz no había convicción
                alguna.
                   Richie, con voz inexpresiva, preguntó:
                   --¿Eso significa lo que me temo?
                   Bill se encogió de hombros.
                   --¿Q-q-qué, Ri-richie?
                   Mike respondió por él.
                   --Al principio no nos visteis allí, ¿verdad? Bajasteis porque nos oyeron gritar,
                pero al principio no estábamos.
                   --Había demasiado humo -adujo Ben-. Oíros gritar así daba miedo. Pero esos
                gritos sonaban... bueno...
                   --M-m-muy le-le-lejos -concluyó Bill.
                   Con mucho tartamudeo, les contó que, al bajar con Ben, no habían visto a
                ninguno de los dos. Avanzaban a tientas con el humo, asustadísimos, temiendo
                que Richie y Mike pudiesen morir asfixiados si no los sacaban de inmediato. Por
                fin, Bill había encontrado la mano de Richie. Le había dado un tirón "de t-t-todos
                los dem-m-monios" y Richie había salido bruscamente de la penumbra, apenas
                consciente. Al volverse, Bill vio que Ben tenía aferrado a Mike. Los dos tosían. Ben
                había arrojado a Mike hacia fuera, por la trampilla.
                   El gordo escuchaba, asintiendo.
                   --No hada otra cosa que dar manotazos. Movía la mano como si quisiera saludar
                a todo el mundo. Fue una suerte que llegaseis en ese momento.
                   --Por la forma en que habéis, se diría que la casita es mucho más grande de lo
                que es -observó Richie-. Tiene apenas metro y medio de lado.
                   Hubo un momento de silencio, mientras todos miraban a Bill, que tenía el
                entrecejo fruncido. Por fin dijo:
                   --Era m-m-más gra-grande. ¿Ve-veverdad, B-b-ben?
                   Ben se encogió de hombros.
                   --Me parece que sí. A menos que fuese por el humo.
                   --No fue por el humo -aclaró Richie-. Antes de que pasara aquello, antes de que
                saliésemos, recuerdo haber pensado que estaba tan grande como los salones de
                baile de las películas. Apenas veía a Mike contra la pared opuesta.
                   --¿Antes de que "salieseis"? -advirtió Beverly.
                   --Bueno... quise decir... como si...
                   Ella aferró a Richie por el brazo.
                   --Ocurrió, ¿verdad? ¡Ocurrió! Tuviste una visión, como en el libro de Ben. -Le
                refulgía la cara-. ¡Ha ocurrido!
                   Richie se miró la ropa. Después se fijó en la de Mike. El negro tenía el pantalón
                de pana desgarrado en una rodilla; él, un agujero en las dos perneras del vaquero
                por donde se veían los rasguños sangrantes de sus rodillas.
                   --Si eso era una visión, no quiero ninguna otra -aseguró-. Yo no tenía ningún
                agujero en el pantalón cuando bajé. Son prácticamente nuevos. Mi madre me va a
                dar una buena.
                   --¿Qué paso? -preguntaron Ben y Eddie al mismo tiempo.
                   Richie intercambió una mirada con Mike. Luego dijo:
                   --Bevvie, ¿tienes un cigarrillo?
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