Page 95 - Microsoft Word - King, Stephen - IT _Eso_.DOC.doc
P. 95

Era como si alguien, sepultado vivo, hubiera gritado desde el suelo. Era la voz de
                Eddie Kaspbrak.
                   "Me salvaste la vida, Bill. Esos muchachos me vuelven loco. Algunas veces creo
                que quieren matarme de verdad..."
                   --Tus brazos -dijo Audra.
                   Bill se los miró. Se le había puesto carne de gallina. Pero no eran bultitos
                pequeños, sino enormes puntos blancos, como huevos de insectos. Los dos
                observaron fijamente, sin decir nada, como si contemplaran una interesante pieza
                de museo hasta que la carne de gallina desapareció, poco a poco.
                   En el silencio siguiente, Audra dijo:
                   --Y sé otra cosa; alguien te llamó esta mañana desde Estados Unidos y dijo que
                debías abandonarme.
                   Él se levantó, echó un breve vistazo a las botellas de licor y entró a la cocina.
                Volvió con un vaso de zumo de naranja diciendo: -Sabes que yo tenía un hermano
                y sabes que murió, pero no que fue asesinado.
                   Audra aspiró.
                   --¡Asesinado! Oh, Bill, ¿por qué no me lo...?
                   --¿Por qué no te lo conté? -Rió otra vez con esa risa que parecía un ladrido-. No
                lo sé.
                   --¿Qué pasó?
                   --Por entonces vivíamos en Derry. Habíamos sufrido una inundación, pero ya
                estaba pasando y George se aburría. Yo estaba en cama, con gripe. El quiso que
                le hiciera un barquito de papel. Yo había aprendido a hacerlos en el campamento
                de verano, el año anterior. Dijo que iba a hacerlo navegar por las alcantarillas de
                Witcham Street y de Jackson Street, porque estaban todavía llenas de agua.
                Entonces le hice el barquito, él me dio las gracias y salió. Fue la última vez que vi
                a mi hermano George con vida. Si no hubiera estado con gripe, tal vez habría
                podido salvarlo.
                   Hizo una pausa, frotándose la mejilla izquierda con la mano derecha, como si
                buscara un crecimiento de barba. Sus ojos, aumentados por las lentes de las
                gafas, parecían pensativos... pero no estaba mirando a Audra.
                   --Ocurrió allí mismo, en Witcham Street, no muy lejos de la intersección con
                Jackson. El que lo mató le arrancó el brazo izquierdo, tal como un niño podría
                arrancarle el ala a una mosca. El forense dijo que había muerto por el shock o por
                la pérdida de sangre. Por lo que pude ver, poco importaba la diferencia.
                   --¡Por Dios, Bill!
                   --Te preguntarás por qué nunca te lo conté. La verdad es que yo tampoco lo sé.
                Estamos casados desde hace once años y, hasta ahora, no te había enterado de
                lo ocurrido con Georgie. Yo conozco a toda tu familia, hasta a tus tíos. Sé que tu
                abuelo murió en su taller de Iowa, jugando con la sierra móvil mientas estaba
                borracho. Lo sé porque la gente casada, por ocupada que esté, llega a decirse
                casi todo al cabo de un tiempo. Aunque acaben por aburrirse y dejen de escuchar,
                lo captan, de cualquier modo... por ósmosis. ¿O no estás de acuerdo?
                   --Sí -dijo ella, débilmente-. Estoy de acuerdo, Bill.
                   --Y nosotros siempre hemos podido conversar, ¿verdad? Ninguno de nosotros
                se aburrió nunca hasta el punto de captar por ósmosis, ¿verdad?
                   --Bueno -comentó ella-, eso pensé siempre, hasta hoy.
   90   91   92   93   94   95   96   97   98   99   100