Page 46 - Extraña simiente
P. 46

quedaría más que devolver sus cuerpos al lugar de donde provienen, como los

               de los niños.
                    Pero quizás esta vez nada de esto ocurriría, aunque ya había empezado.
               Paul Griffin tenía una vena destructiva que él nunca reconocería. Quería que
               las cosas fueran como él quería, a su manera, pero no podía ser así.

                    Su padre lo había entendido de inmediato. Esto era esperanzador porque
               Paul  era  hijo  de  su  padre.  Sí,  había  esperanzas.  También  las  había  para
               Rachel, quizás más que para Paul. Ella era capaz de entender bastantes más
               cosas de las que creía.



                                                          * * *



                      Esto se está convirtiendo en una carta muy larga, mucho más larga de lo que imaginaba que iba
                   a ser.
                      Tengo buenas noticias. El viernes vienen a ponernos los cristales de las ventanas. ¡Gracias a
                   Dios! Salgo al exterior todo lo que puedo para huir de esta desagradable oscuridad (la luz eléctrica
                   no ayuda mucho). Paul está preparando los campos para la siembra de la primavera que viene, a
                   veces  le  acompaño  y  otras  voy  a  dar  paseos  al  aire  libre.  Es  increíble  la  cantidad  de  especies
                   distintas de animales que hay aquí; principalmente de insectos —de arañas de una variedad u otra—
                   y de pájaros —gavilanes, cardenales, etc.
                      Últimamente, doy paseos más cortos. El lobo (me cuesta creer que realmente exista) ha vuelto a
                   sus andanzas. Paul ha encontrado otros animales degollados, marmotas, un zorro, y esta mañana
                   temprano le despertaron unos ruidos debajo de la ventana de nuestra habitación. Jura que vio algo
                   moverse cerca del granero (a unos veinticinco metros de la casa), aunque estaba demasiado oscuro
                   para poder asegurarlo. Además, el tiempo se ha vuelto muy inestable; lo mismo amanece un cielo
                   azul maravilloso que por la tarde se encapota y se ensombrece como acaba de ocurrir ahora. La
                   semana pasada hemos tenido dos tormentas espantosas; hasta andar por la carretera que pasa delante
                   de la casa era peligroso.
                      Créeme, te aseguro que me gustaría salir más de lo que puedo. Además de estar oscura, esta
                   casa es muy ruidosa. Es una casa vieja, y como todas las casas viejas, hace ruido; seguro que con el
                   tiempo me iré acostumbrando. Pero —y eso es lo que no me gusta— los ruidos de esta casa son aún
                   más impredecibles que el tiempo. Es como si hubiera una orquesta sinfónica en miniatura encerrada
                   en las paredes, bajo los suelos y en el sótano y que cada músico soplara en su trompeta de vez en
                   cuando, o tocara una cuerda de su violín como si estuviera afinándolo, o acariciara delicadamente
                   su instrumento de percusión. De pronto, parece como si toda la orquesta hubiera decidido irse a
                   comer y se marchara abandonando sus instrumentos con distintos grados de delicadeza y echara a
                   correr; unos saliendo de puntillas, otros con paso de elefante por la puerta trasera.
                      Ahora, el sonido que hace un violoncelista mediocre encerrado en el sótano acaba de ser tapado
                   por el fresco batir de la lluvia contra las paredes de la casa.
                      Paul no tardará en volver.
                      Fuertes abrazos a todos,
                      Rachel.


                    Pero Rachel vio que no era lluvia, sino un fuerte viento racheado lo que
               soplaba.






                                                       Página 46
   41   42   43   44   45   46   47   48   49   50   51