Page 76 - Extraña simiente
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—¡Oh!, venga querida —continuó Paul—. Sabes muy bien por qué lo
hemos tenido aquí todo este tiempo. Es por culpa de esa puñetera carretera y
de toda la maldita lluvia que ha estado cayendo estos días —sonrió
débilmente, como si se riera con desgana de un chiste malo—. En cuanto
mejore el tiempo…
—Paul, nos estamos engañando. Ese niño…, ese niño nos ha hecho
algo…, nos ha…, nos ha… —Rachel se calló, sin saber cómo seguir.
Paul no dijo nada durante un rato, parecía estar midiendo sus palabras,
preparando una respuesta.
—¿Ah, sí?… ¿Y qué nos ha hecho el niño?
—¡Cabrón! —dijo Rachel entre los dientes.
—Precisamente —replicó Paul sonriendo de nuevo—. Y ahora, ¿puedo
marcharme a la cama?
Ella no contestó.
* * *
La habitación era pequeña y cuadrada, «claustrofóbica», como decía
Rachel, de techo bajo y paredes que algún día fueron blancas, pero que el
tiempo y el clima habían vuelto de un amarillo bilioso.
Con los años, el sol de la tarde había dejado una huella rectangular, larga
y negra sobre el suelo de pino, al pasar por la estrecha ventana que había en
medio de la pared oeste. Ahora esa ventana, como la que daba al este, en el
dormitorio delantero, estaba tapada con tablas.
—Estos pueden esperar —le había dicho Paul al cristalero el lunes pasado
—. No vamos a usar estas habitaciones de todos modos.
El cristalero, aunque escéptico, no había dicho nada.
Por lo tanto, la habitación estaría siempre oscura si no fuera por la
bombilla de poca potencia que colgaba en el centro del techo. Un cable
eléctrico marrón colgaba diagonalmente de la bombilla hasta la esquina
noreste de la habitación, y de allí se extendía hasta un agujerito que había en
el suelo. Paul había colocado una bombilla después de que con Rachel
hubieran llegado a la conclusión de que era imprudente dejar la lámpara de
queroseno en el cuarto.
También le había apuntado Rachel que tenían que pensar en el niño.
¡Parecía necesitar tanto el poco sol que entraba por entre las grietas de las
tablas…! La débil luz artificial que Paul le había puesto no era ningún
sustituto, evidentemente, pero por ahora tenía que bastar.
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