Page 87 - El retrato de Dorian Gray (Edición sin censura)
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—Veo que sí. No digas nada. Espera hasta oír lo que tengo que decir. Es

               muy cierto que te he adorado con un sentimiento mucho más romántico de lo
               que un hombre debería ofrecer a un amigo. Por alguna razón, yo nunca había
               amado  a  una  mujer.  Supongo  que  nunca  tuve  tiempo.  Quizá,  como  dice
               Harry,  una  grande  passion  verdadera  es  el  privilegio  de  los  que  no  tienen

               nada que hacer, y ésa es la costumbre de las clases ociosas de un país. Bien,
               pues desde el momento en que te conocí, tu personalidad tuvo sobre mí el más
               extraordinario  influjo.  Reconozco  que  te  adoré  loca,  extravagante,
               absurdamente. Sentía celos de todo aquél con quien hablabas. Quería tenerte

               sólo para mí. Sólo era feliz cuando estaba contigo. Cuando estaba lejos de ti,
               tú seguías presente en mi arte. Todo era equivocado y estúpido. Y todo sigue
               siendo equivocado y estúpido aún. Por supuesto, nunca te dije nada. Habría
               sido  imposible.  No  lo  habrías  entendido.  Ni  yo  mismo  lo  entendía.  Un  día

               decidí pintar un maravilloso retrato tuyo. Iba a ser mi obra maestra. Es mi
               obra maestra. Pero, mientras trabajaba en él, cada mota, cada lámina de color
               me parecía que revelaba mi secreto. Había amor en cada línea y pasión en
               cada  pincelada.  Crecía  mi  miedo  a  que  el  mundo  conociera  mi  idolatría.

               Sentía, Dorian, que tenía demasiado que decir. Fue entonces cuando decidí
               que  nunca  permitiría  que  el  cuadro  se  expusiera.  Tú  te  enfadaste  un  poco,
               pero  luego  comprendiste  todo  lo  que  significaba  para  mí.  No  me  importó.
               Cuando el cuadro estuvo terminado y me senté a solas con él, sentí que no me

               equivocaba. Y, bueno, unos días después el retrato salió de mi estudio, y tan
               pronto como me hube deshecho de la insoportable fascinación que ejercía su
               presencia, me pareció que había sido un estúpido al imaginar que había en él
               algo más que la evidencia de que tú eras extraordinariamente hermoso y yo

               sabía pintar. Incluso ahora no puedo evitar sentir que es un error pensar que la
               pasión que uno siente en la creación se refleja realmente en aquello que uno
               crea. El arte es más abstracto de lo que imaginamos. La forma y el color nos
               hablan de forma y de color; eso es todo. A menudo me parece que el arte

               oculta  al  artista  mucho  más  absolutamente  de  lo  que  lo  revela.  Por  eso,
               cuando  recibí  esta  oferta  de  París,  decidí  convertir  tu  retrato  en  la  pieza
               principal de mi exposición. Nunca se me ocurrió que pudieras negarte. Veo
               ahora  que  tenías  razón.  El  cuadro  no  debe  mostrarse.  No  debes  enfadarte

               conmigo, Dorian, por lo que te he dicho. Como le dije a Harry una vez, tú
               estás hecho para ser adorado.
                    Dorian Gray respiró hondo. El color volvió a sus mejillas y una sonrisa
               jugueteó  en  sus  labios.  Había  pasado  el  peligro.  Por  el  momento,  estaba  a

               salvo. Y, sin embargo, no podía evitar sentir una piedad infinita por el joven




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