Page 100 - El Terror de 1824
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96 B. PEREZ GALDÓS
más íntima y cariñosa que cultivaban era la>
de Sola, que bajaba todos los días un par dfr
horas lo menos, cuando no subía Elena á ha-
cerle compañía y ayudarla en sus quehaceres.
La amistad de la huérfana databa de 1822 en
vida de su padre, que era paisano de Cordero;
pero se había aumentado y encendido más el
afecto con la común desgracia. Había sentido
Elena desde luego hacia ella una de esas vivas
inclinaciones de la primera juventud, que es-
tablecen lazos duraderos para toda la vida, y á
la cual daban aliciente la belleza moral de So-
la y aquel peculiar atractivo indefinible que
sometía los corazones. La de Cordero recono-
cía en ella una gran superioridad espiritual,
que le infundía respeto no inferior á su cari-
ño, y subyugada por el misterioso, invencible
despotismo que ejerce á la callada la aristo-
cracia moral, se sometía á los pensamientos y
al sentir de Sola, con la docilidad de la niñez
ante la edad madura. Siendo Sola poco menos
joven que ella, se le representaba, por la se-
riedad de sus consejos y su precoz experien-
cia, como de edad mucho más alta. Hermana
mayor antes que amiga, la huérfana fué eri-
gida en confesor, en consejero, y en deposi-
taría de los secretos del corazón de Eleuita,
porque el corazón de la muñeca perfilada, tan
metódica y acabadita tenía secretos.
También tenían amistad los Corderos con
la familia de los Romos, y particularmente con
Francisco Romo, jefe á ia sazón del comercio
conocido con este nombre en la plazuela de
Herradores. Las excelentes relaciones mercan