Page 97 - El Terror de 1824
P. 97
EL TERROR DE 1824 93
aun jugar con él á la pelota si hubiera tenida
tal antojo. Era avilesa y natural de Arenas de
San Pedro, de una familia nombrada Toros de
Guisando, sin duda porque en la antigüedad
adquirió fama de dar hombres y mujeres de
gran corpulencia. Alta estatura, blancas y
apretadas carnes, admirables contornos y blan-
duras que estirando la tela pugnaban por mos-
trarse; arrogante cabeza con ojos negros y ce-
jas de terciopelo, manos gruesas, semblante
más correcto que agraciado, con cierto ceño
no muy simpático y algo de avinagrado mo-
hín, boca demasiado pequeña con blancos
dientes, carrillos con demasiada carne, nariz
castellana, escasísima agilidad en los movi-
mientos y mucha fuerza en los puños, compo-
nían la persona de Doña Robustiana Toros de
Guisando de Cordero.
De la incongrua pareja que formaba esta
mujer con el benemérito hombrecillo del arco
de Boteros (pareja admirablemente acordada
en el orden moral) había nacido el día mismo
de la batalla de Trafalgar (21 de Octubre de
1805) Elena Cordero, en cuya persona se ve-
rificó una preciosa amalgama del sér físico del
padre y del de la madre. No salió á ella ni á
él, sino á los dos, realizando en sí uno de esos
maravillosos términos medios que sólo resultan
bien en los divinos talleres de la Naturaleza.
No era Elena grande ni chica, ni gorda ni fla-
ca, sino admirablemente proporcionada en ta-
lie, color y estatura. Su cabeza era de las más
hermosas que pueden imaginarse, de tal modo
que viéndola se comprendía que el valor seré-