Page 95 - El Terror de 1824
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EL TERROR DE 1824 91
mera; infinito número buscó refugio en suelo
extranjero. No era, en verdad, de los más de-
lincuentes el buen D. Benigno, porque no ha-
bía ejercido cargo público del Estado durante
los tres llamados años. Su crimen había sido
pertenecer á la Milicia y vestir su honroso uni-
forme sin tacha, con la circunstancia agra-
vante de haber cargado charreteras como re-
presentante de las más altas jerarquías. Su so-
brino, D. Primitivo Cordero, que se había
significado altamente como correveidile políti-
co (el grado inmediatamente inferior al de
personaje), fué condenado á muerte, y tuvo
que huir al extranjero disfrazado de pastor,
abandonando su comercio de hierro á la auto-
ridad que lo 'embargara; mas con D. Benigno
fueron más humanos, condenándole tan sólo
á hacer una visita á Melilla, ó á otra de las
cortes del Africa, en lo que recibió más disgus-
to que si le destinaran á la horca.
El, iiq obstante, se dió su maña, y con ella,
un poco de paciencia y un puñado de onzas
de oro (que entonces corrían de lo lindo para
estos arreglos), logró de la generosidad abso-
lutista que se le comprendiera en el Decreto de
proscripción de Jerez, el cual mandaba que
todos los que se habían significado durante el
malhadado imperio del Régimen famoso, sin
llegar al grado de culpabilidad necesario para
incurrir en otras penas mayores, no pudieran
hallarse á cinco leguas en contorno de los pun-
tos que recorría el Rey en su viaje, cerrándo-
seles además la Corte y sitios Reales dentro
del radio de quince leguas. Cien mil individuos