Page 90 - El Terror de 1824
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86 B. PÉREZ GALDÓS
explicárselos. El pensaba á ratos en estas co-
sas, tratando de examinar de cerca la meta-
morfosis de su alma, y decía:
— Es que yo soy todo corazón... Esta joven
me ha recogido, me ha dado de comer y de
vestir, me trata como á un padre. ¿Cómo no
adorarla? Patricio no es, no puede ser ingra-
to, y su corazón está dispuesto á encenderse,
á arder, á derretirse con los sentimientos más
vivos, así como con los más delicados... No
es que en mí se hayan enfriado los sublimes
afectos de la patria, no, de ningún modo...
(Ponía mucho empeño en convencerse á sí
mismo de esta verdad.) Soy lo mismo que era,
el mismo gran patriota, y persisto en mi no-
ble idea de sacrificarme por la libertad, ofre-
ciendo mi sangre preciosísima... Esto no pue-
de faltar, porque está escrito en el sacrosanto
libro del destino... Es que Dios no quiere que
sea tan pronto como yo esperaba. Vendrá el
sacrificio, el cruento martirio, los lauros, la
inmortalidad; pero vendrán en oportuna sazón
y cuando suene la hora. A cada sublime mo-
mento de la historia le llega su hora, y enton-
ces, consummatum est... He aquí que Dios me
depara un medio de corresponder á las bon-
dades de ese mi ángel tutelar. (Al decir esto
, se frotaba las manos en señal de gozo.) Es
; evidente que yo no tengo ningún bien mun-
dano que dejarle, pues carezco de fincas y de
dinero, como no sea el que ella misma me da.
¿Quiere decir esto que no pueda legarle algo?
No... le dejaré un tesoro que vale más que to-
das las fincas y caudales, un tesoro que es pa~