Page 87 - El Terror de 1824
P. 87

EL  TERROR  DE  1824  83
   teza.  Durante  la  cena,  que  casi  fué  de  pura
   fórmula,  Sarmiento  dijo:
     — Pues  si  usted  no  se  pone  contenta,  yo  me
   volveré  patriota  como  antes,  ea...  Así  estare-
       mos los  dos  iguales...  Me  marcharé,  sí,  señora;
   estoy  decidido  á  marcharme...  y  lo  siento,
   porque  le  he  tomado  á  usted  mucho  cariño,
   tanto  cariño  que...
     Se  echó  á  llorar,  y  tuvo  que  correr  á  ocultar
   sus  lágrimas  en  la  alcoba  inmediata.
     Tres  días  después  Sola  salió  muy  de  maña-
       na, y  volvió  asaz  contenta,  disipada  la  aflic-
       ción y  con  frescos  colores  en  la  cara,  que  eran
   como  la  irradiación  de  su  alegría,  demasiado
   grande  para  contenerse  en  los  límites  del  alma.
   Tampoco  entonces  pudo  el  preceptor  saber  la
   causa  de  tan  rápido  cambio;  pero  contentóse
   con  ver  los  efectos,  y  se  puso  á  bailar  en  medio
   de  la  sala,  diciendo:
     — |Viva  mi  señora  Doña  Sólita,  que  ya  está
   contenta,  y  yo  también!  No  más  lágrimas,  no
   más  suspiros.  Señora,  si  usted  me  lo  permite,
   me  voy  á  tomar  la  libertad  de  darle  un  abrazo.
     Soledad  aceptó  con  júbilo  la  idea,  y  el  an-
        ciano la  estrechó  en  sus  brazos  con  fuerza.
     — ¿Sabe  usted — dijo  limpiándose  una  lágri-
        ma,—que  hoy  se  quedó  la  llave  en  casa,  y  que
   habría  podido  escaparme  si  hubiera  querido?
     — ¿Y  por  qué  no  saliste,  viejecillo  bobo?
     —Porque  no  me  ha  dado  la  gana,  vamos  á
   ver...  porque  estoy  aquí  muy  re-que-te  bien.
     — ¡Cosa  más  rara! — observó  Soledad  jovial-
         mente.— Ya  no  quieres  salir...
     —No,  señora,  no.  Vea  usted  lo  que  son  los
   82   83   84   85   86   87   88   89   90   91   92