Page 84 - El Terror de 1824
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80 B. PÉREZ GALDÓS
el dueño de esa lengua de acero que tanto os
ha hecho rabiar... ¿No daríais algo por taparle
la boca? Pues aquí le tenéis... Venid pronto...
El hombre terrible, la voz destructora de tira-
nías, callará para siempre.
Todo aquel día estuvo insufrible en tal ma-
nera, que otra persona de menos paciencia y
sufrimiento que Sólita le habría puesto en la
calle, dejándole que siguiera su glorioso desti-
no; pero se fué calmando, y un sueño profun-
do durante la noche le puso en regular estado
de despejo. Habíale traído Soledad tabaco
picado y librillos de papel para que se entre-
tuviese haciendo cigarrillos, y con esto y con
limpiar la jaula de un jilguero pasaba parte
de la mañana. Sentándose después junto á la
huérfana mientras ésta ccsía, hablablan largo
rato y agradablemente de cosas diversas. Una
y otro contaban cosas pasadas: Sarmiento su»
bodas, la muerte de Refugio y la niñezde Lucas;
Sola su desgraciado viaje al reino de Valencia.
Continuaban las lecciones de escritura por
las noches, y después leía el anciano un libro
de comedias antiguas que de la casa de Cor-
dero trajo Sola. Cuidaba ésta de que en la vi-
vienda no entrase papel ninguno de política,,
y siempre que el anciano pedía noticias de los
sucesos públicos, se le contestaba con una amo-
nestación acompañada á veces de un ligero
pellizco. Poco á poco iba acomodándose el
buen vi<~jo á tal género de vida, y sus accesos
de tristeza ó de rabia eran menos frecuentes
cada día. Su carácter se suavizaba por grados,
desapareciendo de él lentamente las aspere