Page 81 - El Terror de 1824
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EL TERROR DE 1824 77
VII
En los días sucesivos tuvo D. Patricio los
mismos deseos de salir, si bien, á excepción
de una vez, no fueron tan ardiantes; pero hubo
gritos, amenazas, volvió á funcionar el ino-
cente palo y la carcelera á desplegar las armas
de su convincente piedad, de la graciosa ente-
reza que tan buenos efectos produjera el pri-
mer día. Horas enteras pasaba el vagabundo
patriota, corriendo de un ángulo á otro de la
sala, como enjaulada bestia, deteniéndose á
veces para oir los ruidos de la calle, que á él
le sonaban siempre como discursos, proclamas
ó himnos, y poniéndose á cada rato el sombre-
ro como para salir. Este acto de cubrirse pri-
mero y descubrirse después, al caer en la
cuenta de su encierro, era gracioso, y excitaba
la risa de su amable guardiana. En la comida
y cena mostrábase más manso, y se ponía con
cierto orgullo las prendas de vestir que Sola
le arreglara. Desde la cabeza á los pie3 cubría-
se con lo perteneciente al antiguo dueño de la
casa, de cuya adaptación no resultaba gran
elegancia, á causa de la diferencia de talle y
estatura.
Por las noches daba á Soledad lección de
escritura, poniendo en ella tanto cuidado la
discípula como el maestro. El particularmente