Page 123 - El Terror de 1824
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que la presencia de Sola le aliviara, porque
la huérfana habló muy poco durante todo
aquel día, y no dijo nada de lo que á nuestro
anciano había quitado hasta la última sombra
de sosiego.
Mas por la noche, cuando la joven se reti-
raba, volvió á decir la terrible frase:
— Si yo me fuera á Inglaterra, ¿qué harías
tú, viejecillo bobo?
D. Patricio no pudo hablar, porque su gar-
ganta era como de bronce, y todo el cuerpo se
io quedó frío. No pudo dormir nada en toda
la noche, revolviendo en su mente sin cesar
la terrible pregunta.
— ¡Consagrar yo mi vida á una criatura co-
mo ésta!... — exclamaba en su calenturiento
insomnio; — ¡amarla con todas las fuerzas del
alma, ser padre para ella, ser amigo, ser escla-
vo, y á lo mejor oir hablar de un viaje á In-
glaterra!.. ¡Ingrata, mil veces ingrata! ¡Te
ofrezco mi gloria; transmito á tí, bendiciéndo-
te, los laureles que han de ornar mi frente, y
me abandonas!... ¡Ah! Señor, Señor de todas
las cosas.,. ¡La ocasión ha llegado! El mo-
mento de mi sacrificio sublime está presente.
No espero más. ¡Adiós, hija de mi corazón;
adiós, esperanza mía, á quien diputé por com-
pañera de mi fama!... Tú á Inglaterra, yo á la
inmortalidad... ¿Pero á qué vas tú á Iuglate-
rra, grandísima loca? ¿á qué?... Sepámoslo.
¡ Ay! te llama el amor de un hombre, no me lo
niegues; de un hombre á quien amas más que
á mí, más que á tu padre, más que al abuelo
Sarmiento... ¡Por vida de la ch...I Esto no lo