Page 138 - El Terror de 1824
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134 B. PÉREZ GALDÓS
dicho Juan Jacobo Rous... tente, lengüita..
Dejemos á ese caballero en su casa, pues hay-
palabras que ahorcan... Yo me concreto &
lo siguiente: vea usted mi plan, Sr. de Pipaón.
Antes que el plan de D. Benigno, merecía
la atención de Bragas una lonja de ternera,,
cuyo especioso condimento bastaba á acredi-
tar la ciencia culinaria de la señora de Cordero.
— Muy bien, Sr. D. Benigno — gruño Pipaón
engullendo. — Su plan de usted me parece muy
bien asado... No, no: quiero decir que la ter-
nera está muy bien asada, y que su plan de*
usted es excelente, sabrosísimo, es decir atina-
dísimo.
— Mi plan es el siguiente: yo trabajo todo
el día, con excepción de los domingos; yo cum-
plo con los preceptos de Nuestra Santa Madre
la Iglesia oyendo misa, confesando y comul-
gando como se me manda; yo cumplo asimis-
mo mis obligaciones comerciales; yo no debo
un cuarto á nadie; yo educo á mis hijos; yo
pago mis contribuciones puntualmente; ya
obedezco todas las leyes, decretos, bandos y
órdenes de la autoridad; yo hago á los pobres
la limosna que mi fortuna me permite; yo no
hablo mal de nadie, ni siquiera del Gobierno;
yo sirvo á los amigos en lo que puedo; yo no
conspiro; yo celebro mucho que todos vivan
bien y estén contentos; en suma, yo quiero ser
la más ordenada, puntual y exacta clavija de
esta gran máquina que se llama la patria, para
que no dé por mi causa el más ligero trope-
zón... ¿Qué tal? ¿Me explico bien?
Conversación tan interesante hubo de inte