Page 141 - El Terror de 1824
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EL  TERROR  DE  1824    137
      cuente  con  el  tono  general  de  los  pillastres
      que  se  dedican  á  perseguir  á  la  gente  hon-
      rada.
        — Aguarden  un  mo:i:¿nio— dijo  Cordero  sin
      saber  lo  que  decía. — Voy...  Les  diré  á  us-
      tedes...
        Dio  varias  vueltas,  tropezó  en  una  puerta.
      Parecía  un  hombre  que  ha  perdido  la  cabeza
      y  la  está  buscando.  Sin  propósito  deliberado,
      fué  al  comedor,  entró.  Su  esposa  y  su  hija  per-
             dieron el  color  ai  ver  su  cara,  que  era  la  ca-
         ra de  un  muerto.
         — Son  dos  caballeros  —  murmuró  Cordero
      con  voz  trémula. — Djs  amigos...  No  hay  que
      asustarse...  Tengo  que  salir  con  ellos...  Pipaón
      amigo,  salga  usted  á  ver  qué  es  eso...  Mi  som-
            brero, ¿en  dónde  está  mi  sombrero?
         Dió  uua  vuelta  alrededor  de  la  mesa  y  salió
      otra  vez.  Sin  duda  había  perdido  el  juicio.
         — Con  que  dicen  ustedes  que...  já  la  cárcel!...
      ¿y  se  podrá  saber...?
         — Si  usted  no  viene  pronto —dijo  el  polizon-
         te con  ira, — llamaremos  á  los  voluntarios  que
      están  abajo.
         El  otro  bribón  había  encendido  un  cigarro
      y  fumaba  mirando  los  cuadros  de  la  sala.
         —Pues  vamos.  Esto  es  una  equivocación, —
      dijo  el  comerciante  recobrando  un  poco  su
      entereza.
         — ¿Pero  su  hija  de  usted  no  se  presenta? —
       preguntó  el  primer  esbirro,
         — ]Mi  hija!
         — ¡Sí,  señor,  su  hija! —  exclamó  el  mismo
       abriendo  las  manos  y  mostrando  en  dos  aba*
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