Page 146 - El Terror de 1824
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142 B. PEREZ GALDÓS
oomo son, porque de nada valdría desfigurar-
los, ¿estamos en eso? Pues bien: juzgue usted
por sí misma.
Doña Robustiana parecía hallarse en estado
de no poder juzgar nada por sí misma; pero el
impávido Pipaón habló así:
— Ya sabrá usted que ha habido audaces
tentativas revolucionarias en Tarifa, Almería
y otros pueblos de la costa del Mediodía. Esos
tunantes salieron do Gibraltar. El desembarco
fué un fracaso. Gracias á la vigilancia de las
autoridades, tan grande iniquidad quedó frus-
trada. De hoy á mañana, señora, serán fusila-
dos en Tarifa trescientos de esos pillos.
Pipaón notó que el lecho se estremecía.
— Ya sabrá usted — añadió, — que por el De-
creto del 20 se condena á muerte á todos los
<jue por cualquier medio pretendan restablecer
ol sistema representativo. Aquí será fusilado
Gregorio Iglesias, un chicuelo de diez y ocho
años que intentó unirse á los revolucionarios
■del Mediodía. También parece que hoy ha sido
«condenado á muerte otro jovenzuelo, Tomás
Franco, por haber proferido expresiones con-
tra la vida de S. M... En la Coruña ha sido
preciso sentar la mano. Muchos de los senten-
ciados á la última pena han sido ejecutados
ya; otros se han suicidado con opio ó abrién-
dose las venas... En fin, señora, esto es muy
triste; pero usted comprenderá que el Gobier-
no, viéndose acosado por esos infames dema-
gogos negros, sedientos de desorden, necesita
mostrarse riguroso, pero muy riguroso... Yo
pregunto á todas las personas imparciales y