Page 144 - El Terror de 1824
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140  B.  PÉREZ  OALDÓS
      •escena  con  un  rayo  de  heroísmo  que  á  todos
       les  dejó  absortos,  gritó:
         — Vamos,  vamos  á  la  cárcel.  Ni  mi  hija  ni
      yo  temblamos.  La  inocencia  no  tiene  miedo,
       cobardes  sayones...  Vamos  á  la  cárcel,  al  pa-
             tíbulo, á  donde  queráis,  canallas,  mil  veces
       canallas...  Yo  había  vuelto  la  espalda  á  la  li-
             bertad, y  la  libertad  me  llama...  jAllá  voy,
      ideal  divino;  aquí  estoy;  adelante!...  Vamos,
       miserables,  abandono  á  mi  esposa,  á  mis  hijos.
      Todo  se  queda  aquí...  Tan  miserables  sois  vos-
           otros como  Calomarde  que  os  manda.  Vamos
      Á  la  cárcel,  y  jviva  la  Constitución!
         Salió  bizarra  y  noblemente,  lleno  de  entu-
             siasmo y  valor,  rodeando  con  su  brazo  el  cue-
         llo de  Elena,  que  al  heróico  arrojo  de  su  padre
       respondió  diciendo  también:  «¡Viva  la  Cons-
       titución!»
         Al  salir  encargó  á  Soledad  que  cuidase  de
      su  madre  y  de  sus  hermanos.  Algo  más  pen-
           saba decir;  pero  los  sayones  no  la  dejaron.  El
       compañero  de  Mala  Mosca  se  quedó  para  re-
             gistrar la  vivienda.

                        xiil

         Al  día  siguiente,  después  de  las  doce,  entró
      Pipaón  en  la  casa,  muy  agitado  y  sudoroso,
       como  quien  ha  subido  en  pocas  horas  todas
       las  escaleras  de  las  oficinas  de  Madrid.  Halló
       á  Doña  Robustiana  en  lamentable  estado.  Ya-
          cía la  atribulada  señora  en  cama,  y  desde  la
      noche  anterior,  lejos  de  calmarse  sus  ataques
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