Page 150 - El Terror de 1824
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       de  una  lágrima  auténtica;  y  después  de  echar
       uu  suspirillo  ¿nal  sacado,  salió  de  la  alcoba,
       dejando  á  las  dos  mujeres  más  atribuladas  de
       lo  que  estaban  antes  de  su  aparición.

         Muy  avanzada  la  noche,  cuando  la  enfer-
           ma, vencida  por  la  fatiga,  pudo  hallar  en  un
       ligero  sueño  alivio  á  las  penas  de  su  alma,  So-
          la subió  á  su  casa.  Ordinariamente  subía  la
       escalera  en  veloces  saltos,  cual  pájaro  que  vue-
          la á  su  nido;  aquella  noche  la  subió  lentamen-
           te, con  tanto  trabajo  como  si  cada  escalón
       fuese  una  montaña.  No  apartaba  los  ojos  del
       suelo,  y  su  rostro  estaba  lívido.  Sin  duda  veía
       dentro  de  sí  misma  espectros  que  la  horrori-
            zaban.
         — ¿Qué  tienes,  niña  mía? — le  preguntó  Sar-
               miento, que  había  salido  á  abrirle. — -jCuánto
       tiempo  sin  vertel...  Esa  pobre  gente  estará
       muy  afligida.  Y  gracias  que  tienen  un*ángel
       como  tú  para  que  les  acompañe.
         La  huérfana  no  contestó  nada.  La  voz  de
       D.  Patricio  parecía  no  ser  para  ella  más  inte-
              resante ni  más  expresiva  que  el  áspero  chirri-
          do de  los  goznes  de  la  puerta.
         — ¿Qaé  tienes?  ¿En  qué  piensas? — dijo  el  an-
            ciano sentándose  junto  á  ella. — Tú  tienes  algo.
         Después  de  una  pausa  en  que  silenciosa-
             mente la  contempló,  dijo;
         — |Ya  comprendo,  pobre  de  mí!  Ha  llegado
       el  momento  de  separarte  de  tu  viejo,  de  me-
             terme en  uu  hospicio  y  de  marcharte  para  In-
                glaterra. Como  me  has  tomado  algúu  cariño,
       esta  separación  no  puede  menos  de  afligirte.
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